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IMPERIALISMO DEL SIGLO XIX. Auge y ocaso del Imperio Otomano.

Posted by on 9 junio, 2012
Máxima expansión del Imperio Otomano

La expansión de las potencias europeas hacia mediados del siglo XIX, trastocó radicalmente el escenario mundial. Toda África y gran parte de Asia pasaron a ser, en la mayoría de los casos, colonias europeas. En la mayoría de los casos, las antiguas clases dirigentes de los países ocupados tuvieron un papel preponderante en la colonización, colaborando con los europeos y las resistencias expresaron tanto la reacción frente a la destrucción de formas de vida como el afán de los grupos gobernantes de conservar su autoridad y prestigio.

Los tres imperios más antiguos, el persa, el chino y el otomano con sus vastos territorios y antiguas culturas, no cayeron bajo la dominación colonial, pero también fueron profundamente impactados por la expansión imperialista. El imperio Otomano ha sido uno de los más importantes en la historia de la humanidad, en extensión territorial y temporal. Se extendió desde el siglo XIV hasta finales de la Primera Guerra Mundial. En su época de máxima expansión (siglo XVI), dominaba desde los Balcanes en el norte, hasta la península Arábiga por el sur, y desde la actual Argelia por el oeste hasta Irán en el este. Utman I Gazi (Osmán), fue su fundador. Sus sucesores expandieron el imperio hacia los Balcanes, enfrentándose a Bizancio y Venecia. 1453 será el año clave en el que el sultán Mehmed II (1451-1481) conquistó Constantinopla y liquidó el Imperio Bizantino. A partir de entonces, la ciudad pasó a denominarse Estambul y se convirtió, entre Europa y Asia, en la capital del Imperio turco otomano.

El sultán Solimán el Magnífico (1520-1566) condujo al Imperio a su mayor extensión geográfica, ya que consiguió dominar las costas mediterráneas desde Argelia a Egipto. El esplendor turco se extendió hasta el siglo XVIII, para posteriormente entrar en un largo proceso de decadencia.

En la segunda mitad del siglo XIX, con el avance de los gobiernos europeos, sobre todo Inglaterra y Francia y a través de la penetración del comercio y de las inversiones extranjeras, el norte de África quedó desvinculado de la autoridad del sultán. En este proceso también jugó un papel significativo, el afán de los gobernantes locales por alcanzar un mayor grado de autonomía respecto a Estambul. El imperio otomano también retrocedió en los Balcanes.

Estambul, antigua pintura sobre tabla orientalista

Ante el desmoronamiento del imperio, sectores de la corte se inclinaron a favor de un amplio plan de reformas inspiradas en las experiencias occidentales. En 1876 lograron que fuera aprobada una constitución de sesgo liberal. Pero las fuerzas tradicionales demostraron una notable capacidad para resistir el cambio y en poco tiempo, el sultán revocó el texto constitucional y restauró la autocracia. En 1908, los Jóvenes Turcos, un grupo de oficiales de carrera interesados en la reorganización de las fuerzas militares y la incorporación de la tecnología occidental, dieron un golpe y obligaron al sultán a reconocerla Constitución de 1876. La revolución estuvo muy lejos de resolver los problemas de la unidad del Imperio y de su organización política. Las tensiones entre las reivindicaciones de las nacionalidades no-turcas y el proyecto nacionalista de los militares turcos se hicieron evidentes desde que se reunió el Parlamento a fines de 1908. Además, los Jóvenes Turcos estaban divididos en fracciones con distintas orientaciones y en grupos facciosos que competían por el poder.

Ante la impotencia para impedir la desintegración del imperio, los Jóvenes Turcos fueron abandonando los ideales de 1908 y refugiándose en políticas cada vez más abiertamente xenófobas y autoritarias. Asociaron la salvación del imperio con la imposición de la identidad turca al conjunto de las comunidades que lo habitaban.

La expansión europea no solo profundizaba la crisis económica y política del imperio también cuestionaba la identidad musulmana en el plano cultural y religioso y ponía en evidencia las debilidades de una civilización que había competido exitosamente con Europa. Los intelectuales del mundo islámico reflexionaron sobre las posibilidades y las desventajas del modelo occidental y en torno a las razones de la decadencia de su propia cultura.

Un sector se inclinó a favor de la modernización, pero alertando contra la mera imitación, los logros de Occidente debían reelaborarse teniendo en cuenta la identidad islámica. Admiraban los éxitos económicos y tecnológicos de Europa, pero rechazaban sus políticas imperialistas. Esta propuesta de recuperación del Islam se diferenciaba de aquellos movimientos que habían proliferado en el siglo XVIII en que no trataba de restaurar el pasado en su pureza original sino que proponía la reformulación del legado islámico en respuesta al reto político y cultural de Occidente. En este grupo se destacaron Yamal al-din al-Afghani (1) pensador y activista político y su discípulo Mohammed ‘Abduh (1849-1905) abocado a la reforma intelectual y religiosa.

Yamal al-din al-Afghani (1838/1897)

Afghani nació en Irán en un contexto familiar relacionado con el clero shiíta persa. Viajó por el mundo musulmán desde Egipto a la India. El estado de descomposición social que percibió en todas las regiones lo condujo a proponer un programa cuyo punto de partida era la reforma interna. Los males del mundo musulmán eran causados por el expansionismo europeo, pero también por los gobernantes autocráticos y los ulemas aferrados a una interpretación retrógrada de la doctrina. Reconoció la conveniencia de aprender de Occidente en el plano científico y en el de las ideas políticas, pero evitando su materialismo y laicismo. Afghani no era nacionalista ya que la reforma interna y la expulsión de los europeos debía plasmarse a través de una unión islámica supranacional.

Este modernismo islámico fue esencialmente un movimiento intelectual y no dio lugar a organizaciones duraderas, pero perduró como corriente de pensamiento interesada en compatibilizar la interpretación del islam con la reforma sociopolítica del mundo musulmán.

(1) Pensador y activista político que intentó conseguir la unidad de la comunidad musulmana para hacer frente al imperialismo de Occidente.Precursor del antiimperialismo, fue uno de los fundadores del modernismo islámico​ y del panislamismo.

Fuente: Carpetas docentes de Historia.  FaHCE-UNLP

http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/

Imagen Estambul: https://www.todocoleccion.net/arte-dibujos/tabla-orientalista-estambul-o-constantinopla-siglo-xix-ver-fotos~x29291093

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