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EL HOMBRE PRIMITIVO: del PALEOLÍTICO al NEOLÍTICO

Posted by on 8 diciembre, 2009

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La evolución de las sociedades humanas es un largo proceso que ocupó millones de años. En distintos lugares de la tierra los grupos de cazadores recolectores debieron conocer el ambiente en el cual vivían para poder adaptarse a los recursos de la naturaleza y así sobrevivir.

Por lo tanto pasaron miles de años probando e inventando estrategias de supervivencia. En una primera etapa que denominamos Era Paleolítica, los grupos eran cazadores, recolectores y pescadores, es decir que su subsistencia dependía de los animales que podían cazar o pescar y de los vegetales que podían recoger.

Los hombres del Paleolítico no sabían como conservar los alimentos, por lo tanto, cada día debían proveerse de su comida. Como no sabían como producir alimentos, tomaban aquello que la naturaleza les ofrecía y por eso se los llama “depredadores”. Consumían lo que encontraban, y cuando los recursos se les terminaban debían trasladarse a otro lugar, por lo general siguiendo el trayecto de las manadas. Buscaban refugio generalmente en las cuevas y se ausentaban allí durante un tiempo hasta que los recursos volvían a terminarse, generalmente cuando finalizaba cada estación del año, y entonces se desplazaban nuevamente a otro lugar. Eran, por lo tanto, “nómades”.

Vivían en grupos que compartían las actividades cotidianas, y se repartían las actividades cotidianas, y se repartían las tareas de caza, de recolección y de elaboración de utensilios. Reconocían al mejor cazador como jefe. Esta forma de organización se llama “horda”.

Lo más probable es que los primeros utensilios que el hombre fabricó hayan servido para realizar diferentes tareas. Las mejores lascas (trozos pequeños que se extraen de una piedra) servían indistintamente como navaja, sierra, cuchillo o raspador.

El hombre primitivo tuvo que aprender por experiencia que algunas piedras eran más adecuadas que otras para la fabricación de determinados instrumentos. Además, tuvo que practicar diversas técnicas hasta encontrar el modo de tallarlas correctamente.

Aquellos hombres transmitieron de generación en generación la información de cuáles eran las piedras mejores, en dónde se las podía hallar y cómo debían ser manipuladas. Así crearon una tradición científica.

Cuando el hombre dominó las técnicas de fabricación pudo elaborar con éxito herramientas específicas para cada tarea. Cazar, cortar, cuerear, moler, etc.

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A medida que aparecen nuevas necesidades, los grupos humanos van desarrollando nuevas soluciones y así es como las sociedades cambian. El primer gran cambio que se produjo en la cultura humana fue el paso de la depredación de los recursos naturales al de la producción de los alimentos. ¿De qué se trata este proceso?

Durante casi un millón de años, los hombres fueron depredadores. Lentamente fueron creando utensilios que perfeccionaron con el paso del tiempo. Cada vez eran más eficientes como cazadores y sus herramientas eran también más perfectas. Pero así, la vida era siempre insegura; si la población crecía no se la podía alimentar, y si alguien no podía conseguir su comida por estar enfermo o discapacitado había que dejarlo morir. Hace aproximadamente 8000 años, en el Cercano Oriente algunas bandas de cazadores-recolectores comenzaron a cambiar su modo de vida muy lentamente (los arqueólogos ubican el desarrollo de la agricultura americana hace aproximadamente 5500 años). Esta era una región donde abundaban los cereales en estado silvestre, que al principio fueron recolectados y almacenados en cestas de mimbre.

Observando la naturaleza, descubrieron que podían domesticar a los animales y plantas, es decir que podía producir sus alimentos. Mediante la observación descubrieron que se podía preparar la tierra y sembrar las semillas, esperar que las plantas crecieran, cosecharlas y recomenzar el ciclo. Habían creado la agricultura.

Lo mismo ocurrió con los animales. Observaron que algunas especies eran domesticables y ya no tenían que perseguirlas sino que podían criarlas y mantenerlas cerca de sus casas. Habían desarrollado el pastoreo.

A raíz de estos cambios, los hombres ya no tenían que trasladarse en busca de nuevos recursos, se hicieron sedentarios.

Así surgieron las primeras aldeas, porque los hombres, al tener que asentarse para cuidar sus campos se vieron en la necesidad de construir casas cerca de ellos. Cada miembro del grupo se instalaba en una casa con su familia y el conjunto de familias conformaba una aldea. La cultura que corresponde a esa época de grandes cambios se denomina cultura neolítica. Las herramientas y utensilios que se utilizaban en esta cultura se fabricaban de manera más elaborada.

Con la invención de la agricultura las comunidades dejaron de ser nómades, crearon aldeas y templos y una tecnología mucho más desarrollada que les permitió garantizar la provisión de alimentos en todas las estaciones del año, sin tener que trasladarse en busca de nuevos recursos.

Por todo esto, cuando se habla de las transformaciones que desencadenó la agricultura, se dice que esos cambios fueron revolucionarios. Y como estos cambios se produjeron en el período que los historiadores llaman “neolítico”, se los denomina “revolución neolítica”, o “revolución agrícola”.

Las nuevas técnicas agrícolas originaron un aumento en la cantidad de alimentos producidos. Por primera vez, los seres humanos dispusieron de más alimentos de los que necesitaban para sobrevivir: es decir, tuvieron un “excedente” de alimentos.

Junto con las innovaciones técnicas se desarrollaron nuevas relaciones sociales. En los pueblos cazadores y recolectores, los integrantes de la sociedad compartían la responsabilidad de asegurar la supervivencia de todos los integrantes del grupo. Entre los nuevos pueblos agricultores, en cambio, el excedente de alimentos que producían los campesinos comenzó a ser controlado por un grupo minoritario. Los integrantes de esa minoría, además, se hicieron cargo del gobierno: es decir, comenzaron a mandar y a exigir la obediencia de la mayoría de la población.

Así se fue estableciendo una nueva división del trabajo: la mayoría de la población campesina continuó trabajando la tierra, mientras que una minoría comenzó a especializarse en nuevos trabajos: entre otros, el gobierno y la administración; la fabricación de herramientas, útiles y muebles; el comercio; la escritura y la dirección de los trabajos agrícolas.

Junto con estas transformaciones económicas y sociales tuvo lugar una división territorial del trabajo. Poco a poco, los pueblos agricultores fueron organizando en el interior de su territorio nuevos espacios: los centros urbanos o ciudades, que se fueron diferenciando progresivamente de las zonas rurales. Las ciudades fueron el lugar de residencia de los reyes y sacerdotes que ejercían el gobierno, de los artesanos que trabajaban los metales y de los mercaderes que realizaban el intercambio con otros pueblos. En los centros urbanos, además, se guardaba y acumulaba el excedente de alimentos producido por los integrantes de la sociedad que trabajaba la tierra.

¿Por qué a algunos hechos se los califica de revolucionarios?

Por ejemplo se considera que los acontecimientos económicos de la revolución industrial son revolucionarios porque el desarrollo de este proceso modificó de manera significativa y permanente no sólo la vida cotidiana de las personas, sino también la relación entre las naciones; las que a partir de dicho proceso se dividieron en países centrales y periféricos. ¿Qué tienen de común ambos procesos?, es decir ¿qué tienen en común la Revolución Neolítica y la Revolución Industrial?. A pesar de tratarse de hechos tan diferentes ocurridos en época tan lejanas una de otra, tienen algo en común. De alguna forma, ciertos acontecimientos que se venían produciendo en la sociedad se aceleraron de forma repentina, y en poco tiempo, generaron cambios profundos en esa sociedad. Estos cambios pueden ser de todo tipo: políticos, sociales, económicos, tecnológicos.

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