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EL NACIMIENTO DE LAS CULTURAS URBANAS, Mesopotamia, Grecia, Roma.

Posted by on 21 enero, 2010

No hay rupturas reales en el desarrollo de las tradiciones culturales: los nuevos modos de vida en realidad nacen siempre de los antiguos. El nacimiento de las culturas urbanas fue un desarrollo de esa clase, porque a pesar de que trajo consigo modificaciones sumamente importantes, su fuente está en el régimen de vida aldeano – campesino (Tardó cuando menos mil quinientos años -del 5000 al 3500 a. c.- en modelar una nueva organización de la vida).

Existieron factores del medio ambiente que sin duda influyeron en el nacimiento de las culturas urbanas. En el sexto milenio a. c., aumentaron las nevadas en las colinas y mesetas, avanzaron más los bosques dentro de las comarcas ocupadas por campos y llanuras, y las avenidas provocadas anualmente por el deshielo primaveral, se precipitaron por el cauce de los ríos, sobre todo por los que corrían hacia el sur. Más no por eso disminuyó la aridez de los desiertos meridionales; por el contrario, puede decirse que aumentó, de manera que los desiertos invadieron llanos y valles donde hasta entonces no había faltado pasto durante los veranos.

El desarrollo urbano empezó tanto en Mesopotamia como en Egipto durante el milenio quinto a. c. En cada una de tales áreas, deben de haberse poblado lugares que se convirtieron en centros de la transformación de aldeas en ciudades.

No debemos olvidar que la cultura urbana tuvo sus raíces en los procesos logrados por la edad neolítica (el cultivo de las plantas, la domesticación de los animales, y el perfeccionamiento de los oficios manuales), los cuales, transplantados a un medio peculiar, hicieron posible un aumento de riquezas. Esa combinación de factores propios del medio ambiente, merced a la cual se fomentó el aumento de riquezas, se verificó en los valles de los grandes ríos subtropicales de Asia y África[1], y en las islas, bastante bien provistas de agua, del Mar Egeo.

LA TRANSFORMACIÓN DE LA CULTURA ALDEANO – CAMPESINA EN URBANA.

En Mesopotamia y Egipto las primeras ciudades aparecieron hacia mediados del milenio cuarto antes de la era cristiana; en Creta y en la India, no nacieron, según parece, hasta allá por el año 3000 a. c., o algo más tarde. En Mesopotamia tuvieron su centro en los templos. En Egipto se formaron en torno de los sepulcros de los fundadores divinos. En las ciudades primitivas de Creta y del Valle del Indo se han hallado centros que hasta ahora no han podido determinarse con claridad; pero se sabe que en Creta las ciudades plenamente desarrolladas se agrupaban en derredor de un edificio, que era templo y palacio a la vez.

Hay que tener bien entendido, que las ciudades primitivas no sólo atrajeron a los hombres que las poblasen, sino que se desarrollaron como medio para organizar un orden comunal, que nació al especializarse la población en las nuevas funciones económicas y sociales.

La transformación de la cultura aldeano – campesina en urbana se efectuó en medio de un proceso de fusión y elaboración de materiales culturales muy varios[2]. Las novedades (la metalurgia, la escritura, la industria y el comercio regular, la agricultura y el gobierno), que dieron patrones característicos a la cultura urbana no fueron menos un efecto de la fusión de materiales antiguos que invenciones propiamente tales. Claro que la acción social mutua fue el medio ambiente necesario para este progreso cultural. Se atribuye a los sumerios la construcción de las primeras ciudades; pero colaboraron con ellos otros pueblos, especialmente los del valle superior.

PAPEL QUE DESEMPEÑARON LAS CIUDADES EN EL DESARROLLO DE LAS TRADICIONES CULTURALES

En las ciudades se dio forma al proceso social. Los hombres empezaron a vivir en dependencia continua de uso con otros en número cada vez mayor del que había morado en las aldeas: la ciudad fue un torbellino de acción social mutua.

Antes que nada hay que tener presente que la ciudad era un medio ambiente fabricado por el hombre, en agudo contraste con la aldea y el campamento nómada, donde la naturaleza era dueña omnipresente. En la ciudad se identificaron mucho los factores sociales del progreso cultural, y la tradición por ellos modelada fue producto de la acción mutua de los hombres mucho más que adaptación entre el hombre y la naturaleza.

En la ciudad, tanto el hombre como individuo como los hombres en cuanto sociedad, recibían sus características, no sólo de la naturaleza biológica o física, sino también de la tradición cultural transportada por el proceso social urbano.

La verdadera diferencia entre los hombres primitivos y los actuales descendientes suyos se halla principalmente en estas circunstancias nuevas de la actividad social y cultural que nacieron de las primeras ciudades de Mesopotamia, Egipto, Creta y la India. A partir del cuarto milenio a. c., la historia de la civilización ha de estudiarse sobre todo en el desarrollo de las tradiciones culturales.

LAS CIUDADES MINOANAS

Apenas hace un siglo que sabemos que en Creta existió una cultura superior completamente original. Ni siquiera la antigüedad clásica, griega y romana tenía noticia de ella. Hasta aproximadamente el año 3000 a. de C., Creta aparece desvinculada del ámbito Egeo en lo referente a su desarrollo.

En la actualidad, el conjunto de su evolución se divide, recordando al rey Minos, figura célebre de la mitología griega, en tres fases principales: preminoico, de 2300 a 2000 a. de c., minoico medio, de hacia 2000 a aproximadamente 1550 a. de c., y minoico tardío, de hacia 1600 a 1300 o 1100 a. de C. A continuación, esta cultura se desmorona bruscamente y permanece en el olvido durante más de 3000 años. Con respecto a su origen, a sus pobladores se les sitúa entre la población  primitiva preindoeuropea de Grecia y del Asia Menor.

Creta es una isla montañosa, dividida en valles y llanos aislados. Según parece, nunca se pobló bien la parte occidental y más montañosa de la isla. Las principales zonas cultivadas eran probablemente el llano de Messara, situado en el sur central de la isla. Las ciudades estaban situadas en lugares propicios para la navegación; las ciudades y aldeas interiores se asentaban en las colinas. El factor predominante del medio ambiente era el mar. La cultura minoana fue la única entre las culturas urbanas antiguas que se asentaba en un excedente económico sacado en gran parte de los lucros de su comercio.

Imposible es dar una fecha siquiera aproximada del comienzo y el fin de la Edad Neolítica en Creta. Ciertamente la transición a las industrias metálicas no cobró impulsos sino como hasta fines del milenio cuarto a. de c. Hacia mediados del milenio tercero a. c., las cavernas y las chozas sencillas de la edad neolítica se vieron reemplazadas por edificios de mampostería, ladrillos grandes cocidos al sol y piedras. Hay que sumarle a estos elementos el uso de pinturas murales, de escritura pictográfica y de alfarería modelada. Hay que insistir en el hecho de que suele reconocerse que tales productos fueron los elementos de la primera cultura urbana de Europa.

Durante el período Minoano antiguo, Festos fue, según parece, ciudad más grande que Cnossos. Pero en la Edad Minoana media, al aumentar el número de las poblaciones, Cnossos adquirió la supremacía. Su situación en la costa septentrional y el rápido progreso de la industria del bronce hacen pensar que fue el centro del comercio con las fuentes europeas del cobre y el estaño.

Tanto las ciudades como las aldeas, carecían de fortificaciones. Tenían su centro en un santuario y en una plaza para el mercado. Un rasgo muy importante de marcar, es que el desarrollo de la cultura minoana tiene estrecha vinculación con Egipto, siguiendo inclusive las etapas del progreso egipcio. Sin embargo, esa conexión entre Egipto y Creta no amenguó la originalidad de los isleños, cuya tradición cultural fue tan típica como las de Egipto y Mesopotamia.

Poco después de mediados del milenio segundo a. c., iniciaron los minoanos la última etapa de su expansión y prosperidad. Pero de pronto, hacia el año de 1400 a. c., llovieron las calamidades sobre Cnossos, el palacio fue destruido, y se derrumbó el imperio. Los autores de la catástrofe fueron, probablemente, los guerreros de las ciudades nuevas del continente europeo.

DIFUSIÓN Y ELABORACIÓN DE LAS CULTURAS URBANAS DEL ANTIGUO ORIENTE

En los albores del milenio quinto a. c, las comarcas del antiguo oriente eran un mundo de aldeas dispersas. Hacia fines del milenio cuarto a. c., las áreas privilegiadas eran centros de culturas urbanas. Mil quinientos años después, dichas comarcas eran sede de imperios. Así como las ciudades nacieron de las aldeas, así los imperios nacieron de las ciudades.

Tanto en Egipto como en Mesopotamia, las ciudades se unificaron políticamente sólo después de numerosas luchas entre ellas mismas; durante tales luchas se desarrollaron las instituciones gubernativas y militares. Dichas instituciones fueron medios de control que, tras de organizarse entre muchas ciudades, pudieron extenderse a comarcas situadas fuera de los primeros centros urbanos.

Tal extensión recibió impulso sobre todo de fuerzas económicas. Las necesidades urbanas de piedra, madera, metal, piedras preciosas, etc., sólo podían satisfacerse mediante la explotación de recursos que estaban fuera de los valles. Esta explotación tuvo dos aspectos principales: 1) introdujo nuevas actividades económicas en las comarcas abastecedoras de materias primas, y 2) a cambio de dichas materias primas dio productos de la industria urbana. De este modo, de los centros urbanos irradiaron formas nuevas de trabajo, riqueza y consumo.

Al hacerse continua esta clase de intercambio entre las ciudades, los reyes enviaron expediciones militares que lo protegiesen, y así se unieron los factores económicos y los políticos, en esa combinación que el mundo ha aprendido a llamar imperialismo.

Al aumentarse la producción de las riquezas a causa del choque económico y político de la cultura urbana contra las regiones productoras de materias primas, sobrevino un incremento de población, y, como ese choque suministró mercancías nuevas despertó deseos que resultaron en las embestidas foráneas contra los centros urbanos.

También como resultado de esta acción recíproca, nacieron otras ciudades y se provocó la penetración de territorios inexplorados, las ciudades nuevas lucharon contra las antiguas para obtener el control de las áreas de producción de riqueza cada vez más vastas, y los vencedores buscaron la manera de afianzar las ventajas obtenidas.

DIFUSIÓN DE LA CULTURA URBANA A PARTIR DEL AÑO 2000 A. C.

Al comenzar el milenio tercero antes de la era cristiana, había culturas urbanas en Mesopotamia inferior, el valle del Nilo y Creta. En Siria y Mesopotamia superior había ciudades pequeñas. Mil años más tarde el territorio limitado al norte por el Mar Negro y el Cáucaso, al oeste por los mares Egeo y Mediterráneo, al sur por el Mar Rojo, el desierto arábigo y el Golfo Pérsico, y al este por la meseta de Irán, formaba una vasta región que, unida a Egipto por vínculos económicos y políticos, constituía una ola área cultural, salpicada por ciudades y dominada por ellas.

En medio de este entrechoque de pueblos, perseveraron las antiguas tradiciones culturales urbanas, y se conservaron sin alteración los grandes cultos. Pero se perfeccionaron ciertos elementos de las culturas antiguas. Los principales de estos progresos fueron: 1) la mejora de las ciudades; 2) la expansión del conocimiento de la escritura; 3) un aumento de naturalismo en el arte; 4) un pequeño adelanto de la ciencia.

Las primeras ciudades eran aglomerados confusos de habitaciones en derredor de un santuario central, o bien, más adelante, de un palacio; así siguieron siendo hasta casi al final de los tiempos del antiguo oriente. Pero poco a poco fueron apareciendo los elementos de un plan urbano mejor. En Egipto, a mediados del milenio tercero a. c., fue donde por vez primera se dispusieron las casas en manzanas rectangulares en la edificación de los barrios obreros; pero semejante idea no se aplicó en los tiempos del antiguo oriente como plano de ciudades. Hacia fines del milenio tercero a. c., el área del templo, como sucedió en Ur, se convirtió en un grupo de edificios, muros, azoteas, patios y construcciones varias dispuesto de acuerdo con un plan.

Al perfeccionarse el regadío, tanto en Egipto como en Mesopotamia, se vulgarizó el uso de canales y estanques parta abastecerse de agua de modo continuo. Se adoptó una modificación importante en el plano de las ciudades, cuando desde una puerta de la ciudad al área del templo se trazó una calle, ordinariamente ancha y bien pavimentada, que sirviese para los desfiles.

Los asirios fueron, según parece, quienes primero combinaron varios de los elementos mencionados en un plan urbano, porque Nínive se trazó con calles que se cortaban en ángulo recto, parques, terrazas y estanques; trayéndose el agua mediante un acueducto. A partir del siglo VIII a. c., las ciudades de Mesopotamia se ajustaron más o menos a un plano común, dominado por muros y puertas. De una de tales puertas, cuando menos, arrancaba una calle ancha que, cortada por calles laterales, conducía a los templos y palacios situados en diversos puntos del interior de la ciudad.

La difusión de la piedra cuadrangular fue quizá el factor que tuvo más influencia en la mejora de la construcción urbana, porque gracias a ella se construyeron mejor los templos, casas, acueductos, pavimentos y túneles y, por lo mismo, se hicieron de más duración y utilidad.

ACUMULACIÓN DE EXCEDENTE ECONÓMICO

Puede definirse el excedente económico, diciendo que es la riqueza que posee un pueblo sobre la cantidad necesaria para la subsistencia de sus miembros; la existencia de tal excedente se pone de manifiesto cuando una parte del pueblo puede consagrarse a actividades distintas a la obtención de la propia subsistencia.

La mejor prueba de la existencia de un excedente económico en los tiempos antiguos fue, por consiguiente, la multiplicación de las ciudades y el aumento de la población de ellas.

ORIGEN DE LA CIUDAD – ESTADO DE LOS GRIEGOS

La polis griega fue producto de la guerra. Sus fundadores fueron guerreros, organizados en clanes y en tribus, quienes, por ser una minoría armada, erigieron fortalezas desde las cuales dominaban a los campesinos o emprendían expediciones marítimas de saqueo. Las ciudades – fortalezas fueron tal vez una adaptación del templo – palacio minoano. Al pie del alcázar (llamado acrópolis), se formaba una ciudad baja, donde se congregaban los campesinos que necesitaban amparo y los comerciantes que traían mercancías de tierras lejanas. Los moradores de la “ciudad baja” ejercían actividades económicas con que se sustentaban a sí mismos y ayudaban en algo a la manutención de los guerreros de la ciudad alta.

La confusión producida a fines del milenio segundo a. c., favoreció el desarrollo de la polis. Respecto de la tierra, se convirtió en centro del gobierno del área agrícola subordinada, donde, al desarrollarse la propiedad, los miembros de las tribus adquirieron fincas. Respecto del mar, fue al principio un centro de piratería y después un puerto al cual los gobernantes procuraban arrastrar la corriente del comercio.

Aún cuando había diferencias de estructura social entre las ciudades, los grupos sociales eran en todas ellas poco más o menos la misma cosa. Lo fundamental era la distinción entre los ciudadanos y los desprovistos de ciudadanía.

La ciudadanía solía fundarse en el linaje; y los ciudadanos formaban un grupo exclusivista, cuyos miembros poseían toda la propiedad real, ejercían todos los derechos políticos y desempeñaban los oficios esenciales de la milicia.

A diferencia de lo que aconteció en Roma, el asentamiento estuvo aquí, ya desde el principio, muy ligado a las características de la zona. El corazón y centro radiante de la ciudad era, la Acrópolis. Ya en el período micénico se levantó una fortaleza para servir de sede que fue dotada para su protección de una imponente muralla de 10 metros de altura y 6 de espesor. En el lugar más elevado, se erigía el palacio del Rey; en las proximidades se levantaban los primeros templos y edificios del tesoro. Con el paso del tiempo y en un proceso que duró hasta el siglo VI a. c., los edificios destinados al culto fueron desplazando paulatinamente las viviendas, e incluso la sede del monarca.

Al oeste de la Acrópolis, se llegaba a la colina Pnyx, donde se establecía la Asamblea popular. Entre la Acrópolis y la Pnyx, estaba el Areópago, donde se sentaba el Rey para administrar justicia y que más tarde pasó a ser el lugar de reunión del Tribunal Supremo destinado a pronunciar sentencia. Sobre la colina no había edificio alguno[3]. Al pie del Areópago y de la Acrópolis, se extendía el gran mercado público de Atenas, en las inmediaciones se encontraba el barrio de los artesanos.

Los barrios de la ciudad se iban disponiendo casi de manera circular en torno a la Acrópolis y al Ágora. Jenofonte cita la cantidad de unas 10.000 casas en el siglo IV a. c., lo que supone una cantidad de algo más de 100.000 habitantes. Los edificios clásicos no eran la regla, sino más bien la excepción. En la antigüedad se usaba la expresión popular de “construir como los atenienses” para designar una manera de disponer las viviendas sin ton ni son, carentes de toda urbanización y planificación.

A diferencia de Roma del último período republicano y del Imperio, en Atenas no había grandes bloques de casas de alquiler, si bien durante la época de Pericles existían viviendas comunitarias de dimensiones algo mayores que las habituales. En el centro de la ciudad, los edificios eran de dos pisos, pero en general prevalecían las construcciones de una sola planta. La calidad del alojamiento variaba desde la lujosa villa de los acaudalados ciudadanos situada en la periferia de la ciudad, pasando por la sólida vivienda unifamiliar, hasta las viviendas de los pobres, las chozas medio desmoronadas y las cuevas excavadas en la roca.

En la casa, la parte más privada y aislada de las demás, es la del señor de la casa, las dependencias de las mujeres están separadas de las de los hombres; en las casas de dos pisos, las mujeres, desde la señora de la casa hasta las esclavas, tenían que alojarse en la planta alta, generalmente menos confortable.

La vida diaria se desarrollaba en las estancias de la planta baja, dispuestas alrededor de un patio central en las casas más grandes. La higiene no era un elemento determinante, pues la ciudad padecía escasez de abastecimiento de agua. A diferencia de la Roma clásica, que literalmente derrochaba el agua que le llegaba por los acueductos, los atenienses se veían obligados a hacer un uso restringido del precioso líquido, especialmente en verano. La cocina y el baño se encontraban en la misma habitación, las paredes eran de madera, ladrillo visto o piedra. Las paredes exteriores eran por lo general delgadas y los techos planos tenían forma de terraza

LA BASE INTELECTUAL DE LAS CULTURAS URBANAS

Aun cuando la diferencia obvia entre la época aldeano campesina y las culturas urbanas, manifestada por doquiera en el contraste entre las reliquias de las aldeas y las ruinas de las ciudades, ya en época muy remota apareció otra diferencia no menos importante. Esta segunda diferencia nació de la invención de la escritura; invención que provocó innovaciones culturales tan importantes que, según el juicio general de los historiadores, señalan para el hombre el tránsito de un régimen de vida primitivo a otro civilizado

. En este sentido, el vocablo “civilizado” no significa sino la posesión de una cultura transmitida por una tradición escrita, más que por una tradición oral; desde este punto de vista, debe reconocerse que una cultura “primitiva” es en realidad una “cultura no escrita”, porque todas las primeras culturas urbanas produjeron pronto tradiciones escritas. Hay que insistir en la idea que la escritura no se inventó para fines intelectuales, sino por la necesidad práctica de levar cuentas; dicho con otras palabras, la escritura, lo mismo que la mayoría de las instituciones de la cultura urbana, tuvo su origen en las circunstancias nuevas que produjo la formación de excedente económico. Al acumularse las riquezas y establecerse los derechos y obligaciones económicas, se hizo necesario un medio de anotar las cantidades de riqueza, a fin de poner orden en la estructura de las relaciones humanas que así se originaron.

La escritura no fue en sus comienzos instrumento del saber, sino herramienta de la administración.

Sin embargo, la invención de la escritura trajo consigo un verdadero progreso del pensamiento abstracto y brindó grandes posibilidades para el desarrollo del intelecto.

El efecto primario de la escritura en el desarrollo intelectual de las culturas urbanas consistió en provocar un proceso de normalización y consolidación sociales.[4]

La escritura fue ante todo y sobre todo el medio principal de unificación de las culturas urbanas.

El efecto secundario de la escritura en el desarrollo intelectual de las culturas urbanas consistió en promover el progreso intelectual de las culturas urbanas consistió en promover el progreso intelectual de modo que hasta entonces nunca había sido posible. Se abrió así, una brecha entre el pensamiento antiguo y el nuevo. En la transmisión oral de las ideas, las variaciones del pensamiento de cuando en cuando se incorporaban en tradiciones, sin perturbaciones ni choques. Pero cuando las tradiciones se estamparon por escrito, sobrevenía la comparación entre sus elementos y las concepciones nuevas. Al mismo tiempo, la escritura contribuyó a la formación de una base nueva del pensamiento, haciendo posible el acopio de datos experimentales.

LAS TRADICIONES INTELECTUALES ALTA Y BAJA

La escritura dio origen a dos tradiciones intelectuales, la alta tradición intelectual, transmitida por quienes sabían escribir, y la baja tradición intelectual, transmitida por aquellos que, por no saber escribir, conservaron, según es de suponer, la mentalidad de sus antepasados anteriores a la invención de la escritura.

Tanto la baja tradición intelectual como la alta se opusieron al progreso intelectual en las primeras culturas urbanas. Cuatro fueron, según parece, los principales obstáculos con que en las primeras culturas urbanas tropezó el adelanto intelectual: 1) el no percatarse de la necesidad de acopiar datos experimentales y clasificarlos, 2) no entender que la vida urbana se basa en procedimientos técnicos cuya eficacia se funda en el conocimiento experimental, 3) la idea que el conocimiento es patrimonio exclusivo de las clases dirigentes; y 4) la perduración de la creencia de que todo conocimiento es don de los dioses y por lo tanto, de origen divino.

CIUDADES ETRUSCAS

Los etruscos dejaron tras de sí las formas arcaicas de asentamiento y cultura aldeanas, adoptando la cultura urbana con murallas, una plaza central para reuniones políticas, el Foro, un recinto religioso donde se levantaban los templos, el Capitolio, y la administración y organización urbanas.

El plano de la ciudad se trazaba en ángulo recto y tenía un eje en dirección este – oeste y otro eje norte – sur; junto con las otras calles, se formaba una cuadrícula que recordaba un tablero de ajedrez.

ROMA


Surgen en Roma la lucha por la supremacía entre las ciudades rivales, y un conflicto entre las clases urbanas por el dominio de las ciudades. La victoria de roma puso fin a la lucha por la supremacía, concediéndole su apoyo a los poderosos de las ciudades. Con la concesión de una mano relativamente libre en el gobierno local, a cambio de su aceptación del dominio.

Al señalar las funciones de los gobiernos urbanos habría que recordar que la vida en comunidad de las ciudades, ya que no sus instituciones políticas, se había desarrollado según la pauta de la polis griega.

Los elementos literarios, intelectuales y artísticos de la cultura grecorromana, así también como su organización política y económica, se identificaron con las ciudades. “Apenas sería una exageración decir que la historia de la civilización grecorromana es una historia de ciudades”. Sin duda, la gran obra del Imperio Romano, basada como estuvo en los intereses de los grupos urbanos, consistió en una estabilización y extensión de la vida urbana por toda la cuenca del Mediterráneo.

En el Mediterráneo oriental la obra consistió en poner fin a los movimientos revolucionarios que habían puesto en peligro a las ciudades griegas. En Italia consistió en la organización de pautas urbanas entre una antigua población campesina. En el área occidental implicó la fundación de nuevas ciudades entre pueblos que estaban en la organización social, todavía, en el nivel de tribus. La cultura grecorromana duró tan sólo mientras estas ciudades conservaron sus estructuras sociales históricas; desapareció cuando los cambios debilitaron las clases gobernantes urbanas, que eran las portadoras de sus elementos literarios, intelectuales y artísticos.




[1] El Nilo, el Tigris, Eufrates y el Indo.


[2] Para apreciar los progresos que transformaron la aldea campesina en urbana, ver los estudios realizados en las excavaciones hechas en el valle del Tigris – Eufrates superior (ciudad de Tepe Gawra). Ralph Turner, “Las grandes culturas de la humanidad”, Tomo I, pág 135.


[3] Punto de encuentro preferido para los holgazanes y los chismosos, por ello la escogió Pablo para predicar.

[4] Se forman los “Códigos de leyes”, los “Libros sagrados”.

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