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EL PROYECTO DEL FRIGORIFICO ARGENTINO. Argentina, 1901. capitales nacionales y soberanía.

Posted by on 20 enero, 2010

por Alejandro Héctor Justiparán y Leandro Pueyo

La producción e industrialización de la carne en la Argentina se vio condicionada por la realidad de un mercado exportador muy concentrado. Desde los inicios del siglo XX, cuando la exportación de ganado en pie desapareció por la negativa de Gran Bretaña de adquirir ganado proveniente de un país con aftosa, la única salida para los ganaderos fue la de enviar carne refrigerada. Es entonces cuando pasan a primer plano en la economía nacional los frigoríficos, que los capitales británicos habían instalado en el país. Aquellos pocos que pertenecían a capitales nacionales eran pequeños y no llegaron nunca a manejar el volumen requerido.

La industria frigorífica, constituirá el origen de la industrialización en nuestro país, momento clave en la incorporación argentina al mercado mundial capitalista. Será la única salida de los productores y exportadores de carne para poder colocar sus productos; modificará y delineará a la Argentina del siglo XX.

Será generadora de profundos cambios a todo nivel, fruto de una pavorosa suma de poder económico, lo que  facilitará su acción como trust, sin intervención gubernamental alguna. ¿Era esto producto del lobby llevado a cabo por las embajadas inglesa y estadounidense, o era simplemente la manifestación política de un fuerte sentido liberal y por lo tanto no intervencionista del gobierno.?

El desarrollo de la industria frigorífica, posibilitó la incorporación de miles de trabajadores convertidos en operarios industriales a partir de la inversión de capitales extranjeros, los que monopolizaron la producción y comercialización, orientándola hacia el mercado externo. Será esta fuerte articulación con el mercado europeo, lo que diferenciará a esta industria de la local, embarcada esta en un lento y parcial proceso de reemplazo de las producciones artesanales regionales.

Su crecimiento y desenvolvimiento, tendrá puntos de contacto con la industria azucarera, y en menor medida con la vitivinícola. Otro rasgo a destacar, en la producción cárnica, está dado por la inclusión, dentro de su sistema, de dos factores determinantes claves en la estructura del poder en la Argentina: el ya mencionado capital extranjero y los terratenientes pampeanos. Será esta característica, la que gravitará en forma determinante dentro de la vida política y económica de nuestro país, aún excediendo –por momentos- los intereses más estrechamente relacionados con la actividad en sí.

Algunos elementos históricos y teóricos

La integración económica de la Argentina al nuevo orden mundial requería ampliar su espacio productivo, diversificar su producción según lo requerido por la demanda externa e invertir en la infraestructura necesaria para la activación económica de la pampa húmeda y de otras regiones que eventualmente pudieran integrarse a dicho mercado. El modelo primario exportador adoptado por los diferentes gobiernos, requería de importantes inversiones –la capacidad de ahorro interno se veía menoscabada- lo que derivó en la búsqueda de capitales, mano de obra y tecnología en los países centrales.

Nuestro país participará así, de la expansión de las inversiones de capital que dichos países –Inglaterra y Francia principalmente- volcarán en los periféricos, manifestada en la facilidad de créditos a los gobiernos o en inversiones directas en transportes, comunicaciones y servicios financieros. Esta situación colocará a la Argentina en un alto grado de dependencia del mercado mundial y sus fluctuaciones.

Damos por sentado que, en nuestros dirigentes,  primó la ortodoxia liberal, implementando políticas fiscales y monetarias acordes con estos objetivos.

Este trabajo está dirigido a avanzar en un territorio poco explorado, como lo es la actuación de capitales argentinos en la industria frigorífica, en el período comprendido entre los años 1900 y 1905, situación paradójica si tenemos en cuenta la gravitación que ha tenido este sector en la configuración socioeconómica de nuestro país.

Tal como lo comentamos en la introducción, este complejo siguió una historia particular, a partir de constituirse en el origen de la industrialización en nuestro país, elemento clave en la incorporación de la Argentina al mercado mundial.

En cuanto a los aspectos más generales nuestro punto de partida es concebir como objeto de investigación a una cadena agroalimentaria estructuralmente integrada por tres eslabones fundamentales: los productores de ganado, la industria procesadora y las instancias de la comercialización. Si bien este trabajo intenta indagar principalmente en la participación de capitales de origen argentino en la industria frigorífica de principios de siglo –deteniéndonos especialmente en un proyecto en particular- procuraremos dar cuenta de algunos elementos de su relación con los demás eslabones. Los conflictos entre el eslabón de los productores de ganado y la industria frigorífica, tuvieron picos de intensidad notable en distintas coyunturas históricas, veremos que la primera década del siglo XX no fue la excepción.

Uno de los motivos que nos movilizaron a realizar este trabajo, fue el haber descubierto un proyecto de construcción de un frigorífico a gran escala, con capitales netamente nacionales, que databa de los inicios del año 1901, y que por diversas causas no llegó a realizarse. Nos preguntamos por qué, si estaban dadas todas las condiciones, a saber: existencia de materia prima para exportar, mercados ávidos de adquirirla, una competencia aquejada por un sinfín de problemas y una ganancia prácticamente asegurada. ¿Qué impidió a los capitales nacionales embarcarse en este proyecto?.

Realizaremos una pequeña reseña, que abarcará los orígenes de la industria frigorífica en nuestro país, para luego describir la situación previa y posterior al proyecto ya señalado. Es nuestra intención el manifestar las condiciones en las que se habría desarrollado dicho emprendimiento y la evolución de las diferentes variables –económicas, internacionales y políticas- hasta 1915, incluyendo la conformación de los trusts, inglés y americano.

Industria frigorífica argentina de carnes

Argentina fue el  primer país que exportó a Europa carnes refrigeradas y congeladas. Estas primeras remesas tuvieron lugar en 1877, con los vapores “Le Frigorifique” y “Le Paraguay”, que iniciaron con éxito, respectivamente, la preparación y transporte de la carne refrigerada y congelada según el procedimiento de Tellier aquella y el de Jullien Carré esta última.

Una de las primeras naciones que habían utilizado el frío para la conservación de las carnes fueron los EE-UU, en el año 1860, estableciendo trenes rápidos entre Chicago y Nueva York, provistos de vagones de hielo para conducir reses de novillo. En 1871 se hicieron las primeras exportaciones de conservas desde Nueva York a Inglaterra valiéndose del frío artificial.

En Francia, en 1872, M. C. Tellier, practicó ensayos de conservación por el frío, de carne y otros productos alimenticios. Sometió los productos a una temperatura menor de 0º, y según el informe presentado, los conservó durante varias semanas después a sólo 2 y 3 grados arriba de cero sin perder ninguna de sus cualidades.

Corría 1873, después de las experiencias de Tellier, compañías inglesas y americanas iniciaron el transporte con maquinarias perfeccionadas (ventiladores). A bordo del vapor “Celtic”, de la “White Star Line”, se instaló una máquina cerrada donde se hacía circular una corriente de aire frío.[1]

Cuando en nuestro país el vacuno atravesaba una de sus crisis más significativas, al cerrarse los puertos europeos al ganado en pie, se forma una compañía francesa dispuesta a explotar el invento de Tellier. “Le Frigorifique”, buque de vapor designado para tal prueba, llega a Buenos Aires en Diciembre de 1876 con carne fresca de reses muertas en Ruán tres meses antes. Se ofreció un banquete a bordo con esas carnes, y aunque “su gusto no era muy recomendable, se habló entusiastamente del sistema”.[2]

¿Se vería revalorizada la carne vacuna ahora?. La Sociedad Rural Argentina reunió fondos –junto con una donación del gobierno bonaerense- para comprar un lote de novillos y cederlos a la empresa para su viaje de retorno. Se sumaron al lote 200 capones adquiridos por la empresa. Tras un difícil viaje, el cargamento llegó en malas condiciones.

Al año siguiente –1817- arribó otro barco, “El Paraguay”, equipado según el procedimiento Carré–Jullien, de congelar a – 30ºC, sistema que aseguraría un mejor resultado. “Esta vez el consabido banquete a bordo fue más placentero, pues la carne no tenía mal sabor”.[3] El buque congeló para su vuelta varios miles de carneros y unas pocas reses vacunas, el cargamento llegó bien y tuvo buenas ventas.

Faltos quizás de un mercado amplio, los capitales franceses no pudieron usufructuar debidamente el invento, a su vez, serían capitales ingleses los que desarrollarían el sistema, aplicándolo primero al comercio con Australia y luego con la Argentina. El sistema triunfante congelaba la carne hasta convertirla en un bloque de hielo, de descongelamiento lento, pero que aseguraba la conservación por más tiempo.

El sistema Tellier equivalía al enfriado (chilled beef), con un producto de no más de un mes y medio de vida en cámaras frigoríficas. Esta fue la principal desventaja que le hizo perder terreno frente al sistema Carré-Jullien.

Los primeros frigoríficos

Con el apoyo de la Sociedad Rural Argentina y del gobierno argentino -que accede a la exención impositiva del nuevo emprendimiento- se construye en 1883 el primer frigorífico en la localidad de Campana, de la flamante “River Plate Fresh Meat Co, Ltd.”, con un capital declarado de 200.000 libras. Pero el primero en aprovechar las nuevas franquicias fue Eugenio Terrasón, quien envía cargamentos con los vapores “Le Frigorifique” y “Paraguay”, que practicaron el embarque en el Saladero “San Luis” ubicado en San Nicolás. Por el muelle de propiedad de la misma empresa de ese saladero se embarcaron nuevos cargamentos, en 1882 en el vapor “Teviotdale”, y en 1884, otro cargamento se hizo en el vapor “Meath”. Es en ese mismo año, que Terrasón funda la “Compañía argentina de carnes congeladas”.

Volviendo al primer emprendimiento, fue en 1882 que el ingeniero J. Hunt, comisionado por el señor George W. Drabble, dueño de la “River Plate Fresh Meat Co. Ltd.”, eligió el pueblo de Campana sobre la margen del Paraná de Las Palmas, para instalar el primer frigorífico, no sólo de Argentina, sino de Latinoamérica. Durante 1883 la Empresa del frigorífico envía la primera remesa de carne a Londres (Noviembre 25), siendo también el primero en exportar –en 1900- carne refrigerada (Chilled beef).

En 1884, Gastón Sansinena funda en Barracas (hoy Avellaneda) el establecimiento que lleva su nombre. En 1887, los hermanos Nelson, establecen en el paraje llamado “Las Palmas”, el frigorífico “The Las Palmas Produce Co Ltd.”, de capital inglés. Habiéndose resuelto la liquidación de la Compañía Argentina de Carnes Congeladas de San Nicolás, Terrasón compró en 1889 el establecimiento, haciéndolo trabajar hasta que fue adquirido en remate público por su acreedor, el sr Ralph Milbank Hudson, el 10 de abril de 1897, quien el 30 de noviembre del mismo año lo vendió a la empresa “The Colonial South American Fresh Meat Co Ltd”. Desde 1898 hasta 1900 este frigorífico fue arrendado por las tres compañías que explotaban esta industria en el país con el objeto de tenerlo clausurado.

Estas tres compañías tuvieron que luchar con la falta de ganado apto para frigorífico, de transportes marítimos frigoríficos, de mercado y en fin, de experiencia en una industria que recién estaba dando sus primeros pasos. A pesar de esto, los dividendos distribuidos por estas empresas iban avanzando paulatinamente, desde un 5% en 1892, hasta casi un 16% en 1899. La faena de estos establecimientos fue de relativa importancia hasta que fue votada la ley de noviembre de 1887, como se ve en el siguiente cuadro.

Faena de los frigoríficos, 1884/1887

1884 1885 1886 1887
Carneros Vacunos Carneros Vacunos Carneros Vacunos Carneros Vacunos
The River Plate 126.118 28 183.896 259 232.831 821 247.635 683
Cía Terrasón de S. Nicolás 26.487 121.314 168.718 210.325
Cía Sansinena 62.935 40 100.336 106 195.337
Totales 152.605 28 368.145 299 501.885 927 653.297 683

Fuente: Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1913, Tomo XLVI, pág 285

La ley de 1887 tuvo por fin estimular la comercialización de carne bovina, destinando durante tres años la suma de $ 250.000 para ser distribuida como premio, a razón de $ 20 por cada tonelada, mientras concedía sólo $ 6 por tonelada, o sea un total de $ 150.000 para la exportación de carne ovina.

Esta ley fue derogada al año siguiente, dando como resultado una exportación de carne bovina congelada de escasa importancia durante los años siguientes.

Exportación de carne congelada, 1888/1895

1888 1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895
Carneros 743.742 848.277 970.904 968.695 1.206.406 1.299.605 1.594.367 2.022.650
Vacunos 727 2.028 251 2.213 2.956 13.026 934 5.472

Fuente: Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1913, Tomo XLVI, página 285.

Desde 1895 a 1900 la industria de congelar carnes cruzó por un período crítico. La Compañía “The River Plate Fresh Meat Co”, tuvo grandes pérdidas, y de no haber sido por los aportes personales del señor Drabble, esa compañía habría desaparecido.

En 1900, el frigorífico de Campana –como ya hemos señalado- introduce una modificación en la preparación de carnes, enviando por el vapor “Zuleika”, el 19 de abril, una partida de 347 cuartos de novillo enfriado (Chilled Beef) con tan excelentes resultados, que dicha técnica se generalizó más tarde entre los diferentes establecimientos.[4]

En 1902, algunos inversores británicos, en combinación con capitales extranjeros, financian la construcción de “The La Plata Cold Storage Company Ltd”. Otra firma británica, la Smithfield & Argentine Meat Company, se estableció en 1903. Las principales inversiones nacionales se limitaban así a la Sansinena Company (1884), al Frigorífico La Blanca (1902) y al Frigorífico Argentino (1905). Los británicos dominaban el mercado.

Los inversores ingleses y sus socios controlaban hacia 1905 las dos terceras partes de la capacidad de congelamiento de carne en el país[5]; pero como las firmas argentinas tendían a concentrarse en el mercado interno, las compañías extranjeras dominaban una proporción aún mayor del negocio exportador.

Las exportaciones de carne argentina aumentaban a ritmo acelerado a principios de siglo, cuando una serie de sucesos coincidentes cambiaron de manera drástica el mercado mundial.

La crisis que se produjo en el mercado francés de lana desalentó a los ganaderos argentinos a criar ovejas, muchos de los cuales optaron por criar ganado, favorecidos por un mercado en expansión en el que la competencia disminuía. La Guerra Boer en Sudáfrica creaba demanda para sus ejércitos, una sequía amenazaba la cría del ganado australiano (natural competidor del argentino), el aumento del consumo interno redujo las exportaciones norteamericanas. Y como si todo esto no fuera aún suficiente, los puertos británicos se cerraba a los novillos procedentes de zonas donde se propagaba la aftosa. Para que la carne entrara en Gran Bretaña, procedente del Río de la Plata, debía ser en forma envasada o congelada. Como resultado de la suma de todos estos factores, la Argentina se convirtió en la fuente principal que abastecía de carne congelada al Reino Unido.

El siguiente cuadro, contiene por su orden de formación, el nombre de las sociedades establecidas, su capital social en 1908 y 1912 y los establecimientos frigoríficos que poseen.

Sociedades frigoríficas establecidas (1908/1912)

Capital social en $ oro
SOCIEDADES 1908 1912 Frigorífico Ubicación
The River Plate Fresh Meat Co Ltd 2.250.000 2.250.000 Campana (1883) Buenos Aires
Compañía Sansinena de carnes congeladas (1884) 3.000.000 4.500.000 La Negra

Cuatreros(1903)

F. Uruguaya (1902)

Id.

Id.

Uruguay

The Las Palmas Produce Co. Ltd (1887) 2.500.000 2.500.000 Las Palmas Buenos Aires
La Blanca, Comp. Arg. De carnes congeladas 1.500.000 1.500.000 La Blanca (1903) Id
The La Plata Cold Storage Co. Ltd 2.005.000 5.000.000 La Plata (1904)

Montevideo

Id

Uruguay

The Smithfield & Argentine Meat Co. 1.000.000 1.250.000 Zárate (1905) Buenos Aires
S. A. Frigorífico Argentino 1.250.000 2.000.000 Argentino (1905) Buenos Aires
The New Patagonian Meat Preserving & Cold Storage Co. Ld.[6] 2.608.607 Río Gallegos

San Julián

Patagonia

Fuente: Pedro Bergés, Secretario del comité Argentino del Frío. Anales S. R. A, 1913.

La lectura de este cuadro demuestra que las Sociedades Sansinena, La Plata Cold Storage, The Smithfield y del Frigorífico Argentino han aumentado desde 1908 su capital social, destacándose las dos primeras. La Compañía Sansinena extendió sus operaciones comprando el único frigorífico  en el Uruguay, la “Frigorífica Uruguaya”.

En cuanto al desarrollo de la industria frigorífica en los países limítrofes, será en 1904, cuando en el territorio trasandino, en la Estancia de Punta Delgada, se inicien los trabajos de preparación de carnes congeladas. En mayo de ese año, arriba proveniente de Inglaterra una barca de porte de 1116 toneladas, la “Hengist”, con maquinarias adecuadas para la conservación de carnes por medio del frío.

En Uruguay, el primer establecimiento fue establecido por la Sociedad Anónima “La Frigorífica Uruguaya”, en el año 1902. La primera faena empezó el 22 de diciembre de 1904 y terminó el 5 de setiembre de 1905, faenando el primer año 4051 animales bovinos y 100.432 ovinos.

Intervención de capitales estadounidenses

El Beef Trust

La Compañía Swift de Chicago llega al país con la compra, en 1907, de la planta La Plata Cold Storage, introduciendo demandas a los ganaderos. Su intención era la de exportar carne blanda, antes que en forma congelada.[7] Para tal fin la carne debía ser de mejor calidad, de allí provenía la demanda hecha a los ganaderos.

Este desarrollo añadió nuevas categorías a las formas de criar el ganado con destino al matadero. Ahora había chillers, terneros de alta calidad, engordados en pastizales especiales de alfalfa; a los que le seguían los freezers, engordados algunas veces, y que constituían un ítem importante del comercio exportador.

El desarrollo de la producción de carne enfriada en Argentina, provocó también significativos cambios en la estructura socioeconómica establecida, estableciendo nuevos grupos de interés. Los estancieros argentinos se dividieron en dos grupos: criadores, que criaban el ganado de alta calidad y lo alimentaban a lo largo de la edad del destete, a los ocho o diez meses; e invernadores, que engordaban los animales hasta que estuvieran listos para la matanza a los dos o tres años de edad, para luego venderlos a los frigoríficos.

Estructura general de la industria de la carne en Argentina.

Se conforman  cinco grupos de interés: 1) los empresarios de los frigoríficos, los ganaderos, eventualmente divididos en 2) criadores y 3) invernadores; 4) los consumidores del Gran Buenos Aires, y 5) los obreros de los frigoríficos.[8] Sus intereses económicos estaban definidos por las posiciones que ocupaban en la industria de la carne, esquematizadas en el anterior gráfico.

La Compañía Swift, ya dueña del frigorífico “La Plata, adquirió en 1909 “La Blanca” y no habiendo logrado posesionarse de la “Frigorífica Uruguaya” debido a la mayor oferta de la Cía. Sansinena, compró el saladero Cibils de Montevideo y lo transformó en un frigorífico que empezó a faenar el año 1912.

En 1909 se constituyó The New Patagonian Meat Preserving Co. Ltd. Que construyó el frigorífico “Río Gallegos”. En 1912 la Compañía Swift compró las tres cuartas partes de las acciones de aquella y empezó la construcción de otro frigorífico en San Julián.

En 1912 el frigorífico “La Blanca” dejó de pertenecer a la Swift Beef Company para pasar a manos de las compañías Armour y Morris que formaban con la primera en los Estados Unidos, la National Packing Company, sindicato demandado en 1911 por el gobierno estadounidense ante la corte del distrito de Chicago, bajo la acusación de conspirar para limitar el comercio de carnes.

A continuación, veremos los niveles de exportación de todos los frigoríficos que responden a las Sociedades establecidas en el país, lo que nos permitirá darnos cuenta de la importancia respectiva y de la influencia que han tenido en el desarrollo de la industria dichas empresas.

Exportación de carne congelada y “Chilled beef”

Establecimientos estadounidenses

Frigorífico Año Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
La Plata 1907 99.129 207.548 537.451
1910 607.941 241.601 741.722
1912 879.025 333.761 1.088.156
Frigorífico Año Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
La Blanca 1907 106.941 185.352 51.309
1910 272.743 156.434 346.132
1912 437.072 94.499 373.295
Frigorífico Año Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
Río Gallegos 1912 90.070
1913 215.637

Establecimientos argentinos

Frigorífico Año Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
La Negra y Cuatreros 1907 85.882 237.821 812.624
1910 118.895 207.020 716.583
1912 161.640 310.847 719.767
Frigorífico Año Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
Argentino 1907 101.792 261.335
1910 75.254 155.516 218.983
1912 145.731 206.174 161.572

Establecimientos ingleses

Frigorífico Años Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
Campana 1907 128.359 221.009 419.186
1910 241.283 285.674 466.402
1912 237.338 371.339 261.166
Frigorífico Años Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
Las Palmas 1907 28.627 255.797 669.325
1910 203.049 132.508 350.778
1912 249.346 322.674 303.930
Frigorífico Años Chilled beef Carne congelada
¼ de vacunos ¼ de vacunos Reses ovinas
Zárate 1907 40.675 118.041 84.679
1910 89.443 112.261 3.076
1912 159.322 213.998 47.409

Totales

Años ¼ de vacunos chilled ¼ de vacunos congelados Diferencia a favor de la carne
Congelada Chilled
Totales 1907 489.613 1.403.835 914.222
1908 189.348 1.579.163 789.815
1909 1.071.474 1.615.888 544.414
1910 1.608.608 1.434.078 174.530
1911 2.131.791 1.693.494 438.927
1912 2.269.474 2.086.780 182.694

Fuente: Elaboración propia, basado en estadísticas en  Anales de la Sociedad Rural Argentina, 1913.

De la lectura de los cuadros que anteceden, puede deducirse que la aparición de los capitales estadounidenses es coincidente con una mayor faena del ganado bovino. Este aumento de la faena, se hace más notorio, habida cuenta que en 1906, los frigoríficos anglo-argentinos resolvieron disminuir la matanza de 1907 en un 10% sobre la del año anterior.

Esta disminución se debía a un exceso de exportación que se había realizado en 1906, lo que había disminuido las ganancias.[9] El ingreso de los capitales de la Swift, en 1907 y 1908, y su aumento en la faena, arrastró a los demás frigoríficos, alcanzando la exportación a 2.368.511 cuartos (ver cuadro anterior).

El acuerdo llevado a cabo por los frigoríficos anglo-argentinos para limitar la faena, mereció la siguiente reflexión del entonces Ministro de Agricultura: Se crearon entonces todos estos establecimientos que hoy conocemos ordinariamente con el nombre de frigoríficos anglo-argentinos, y sea expresa o tácitamente ellos establecieron una especie de modus vivendi, casi un trust, para poder realizar sus operaciones con beneficio positivo, y fijaron un límite máximo al precio de los novillos; y entonces nuestros novillos nunca pasaron del precio de 80, 90, y excepcionalmente 100 pesos[10]

La intervención de la Compañía Swift impidió la continuación de estos planes y en 1910 se pagaron los novillos por algunos de los primitivos establecimientos en un término medio de 125 pesos por cabeza.

Este trust anglo-argentino, dio paso a otro de origen estadounidense, que resultó tanto o aún más pernicioso, para los intereses de nuestro país, que el anterior. Esta competencia culminó en el 2º semestre del año 1911, cuando los establecimientos anglo-argentinos cedieron a las imposiciones de los americanos y firmaron un convenio por el cual durante el año 1912, hasta abril de 1913, se distribuía la cantidad de “chilled beef” que debía exportarse en el año por cada uno de los grupos competidores.

Al grupo norteamericano correspondió el 41,35 % del total de embarques, contra 40,15 para los ingleses y sólo 18,50% para los argentinos.[11]

Es así que los norteamericanos después de haber exportado en 1911, en libre competencia, el 66% de la producción total de “chilled beef”, redujeron en 1912 sus envíos al 58% con respecto al año anterior. Pero resultó que, al cumplirse el tiempo pactado, la Compañía La Blanca notificó a los demás establecimientos que para renovar el convenio quería tener derecho a un 50% más de la parte que le fue asignada en 1912 (655.608 cuartos en lugar de 437.072 que había exportado). Habiéndosele ofrecido un 10% de aumento,[12] el frigorífico no aceptó, emprendiendo la exportación ilimitada, determinando la baja de la carne en el mercado inglés y un nuevo aumento en la faena (54.634 animales más). Luego de una año de lucha, triunfaron nuevamente los norteamericanos, logrando una cuota del 58,50%, a costa de ingleses y argentinos, cuyos porcentuales bajaron a 29,64 y 11,86 respectivamente. La mayor cuota se explica en función de mayor capacidad instalada, por compra o construcción de más frigoríficos.[13]

Procedimientos empleados por los frigoríficos anglo-argentinos antes de 1908.

Es un principio común a todos los industriales, alcanzar los mayores beneficios suprimiendo la competencia en cualquiera de sus manifestaciones. Los exportadores de carnes conservadas en frío han utilizado este procedimiento desde mucho tiempo antes de la llegada de los capitales estadounidenses.

En 1898, las tres compañías existentes en ese entonces en nuestro territorio[14], para evitar la posible competencia que podría resultar de la compra del frigorífico de San Nicolás –que acababa de suspender sus faenas- por alguna nueva compañía, “resolvieron arrendarlo y mantenerlo cerrado por un período de cinco años, pagando una renta equivalente al 15%, sobre un capital de 40.000 libras, o sea, 30.000 pesos oro por año, o sea, para el quinquenio la suma de 150.000 pesos oro.”[15]

Esta “operación comercial” les dejó libre el mercado hasta el año 1903, fecha en que fue abierto el frigorífico “La Blanca”, poniendo a su merced todo el ganado disponible, ya que debemos recordar que desde febrero de 1900 el gobierno inglés había clausurado los puertos al ganado en pie argentino ante un brote de aftosa en el país. “La Blanca” empezó su faena en junio de 1903, por lo que estos tres frigoríficos tuvieron completa libertad durante cuatro años.

Fue durante esa época, en la que una de esas compañías, con un capital de dos millones de pesos oro, distribuyó a los poseedores de las acciones ordinarias, 16% de dividendo en 1899, 25% en 1900, 68% en 1901, y después de haber aumentado el capital social en un millón, repartió en 1902, 50% de dividendo que sólo representaba el 86% de las ganancias.[16]

Los grandes dividendos obtenidos, atrajeron la atención de capitalistas ingleses, los que fundaron sucesivamente las sociedades “La Plata Cold Storage”, “Argentino” y “The Smithfield and Argentine Meat Co Ltd”. La competencia desatada y la falta de preparación del mercado inglés para absorber una exportación tan considerable, determinaron dificultades comerciales que dieron lugar al convenio citado anteriormente.

Clausura del mercado inglés, ¿hora de los capitales nacionales?

A inicios del año 1900, se produjo la clausura de los puertos ingleses y franceses para el ganado argentino debido a un brote de aftosa. Esto provocó un grave problema a los ganaderos argentinos: o el estancamiento de los productos vivos y su consiguiente desvalorización, o el establecimiento de frigoríficos que exporten carnes congeladas, ante la imposibilidad de exportar ganado en pie.

En un primer momento, se pensó que la clausura era transitoria. Intensas gestiones llevó a cabo el gobierno argentino a fin de obtener la reapertura de los puertos ingleses. El gobierno inglés consideró que “sería prematuro deducir que la aftosa haya desaparecido por completo, a pesar de las averiguaciones más minuciosas posibles, y que es necesario dejar pasar un plazo de tiempo aún mayor antes que se pueda deducir con seguridad que la condición sanitaria del ganado en esta República, está en situación tal que proporcione razonablemente seguridad contra la importación en el Reino Unido de animales atacados con fiebre aftosa”.[17]

Se entiende claramente, que la clausura iba a ser mantenida por un plazo indefinido, hasta tanto no se convencieran por sus propios medios, de que no habría fiebre aftosa en la República Argentina.

Recordemos que el mercado inglés era de vital importancia para la hacienda argentina, y que además, existían sólo tres frigoríficos en el país, a diferencia de Nueva Zelanda y Australia, que contaban  -hacia 1896- con 16 y 40 frigoríficos respectivamente.

Ganado y establecimientos frigoríficos hacia 1896

País Vacunos Lanares Frigoríficos
Australia 12.632.000 99.000.000 40
Nueva Zelandia 830.000 18.000.000 16
Argentina 25.000.000 130.000.000 3

Fuente: Elaboración propia, en base a datos obtenidos en: Anales de la S. Rural Argentina, 1901.

Encontramos dos puntos fuera de discusión: la conveniencia de establecer frigoríficos y la capacidad ganadera argentina para darles un próspero desarrollo. ¿Serán suficientes para cristalizar la idea? ¿se reunirán los capitales necesarios para la obra? ¿estaremos nuevamente a merced de intereses foráneos?.

Hacia principios de siglo, El economista argentino no auguraba un feliz futuro para el emprendimiento. No cree que los hacendados puedan formar empresas, porque en líneas generales, están acostumbrados a operar auxiliados por el crédito, y en cuanto a los de más desahogo, los define como “tan ignorantes como egoístas, faltos del elemento altruista que podría llevarlos a fomentar por patriotismo el desarrollo de industrias como de la que se trata, ni aún cuando comprendan que participarían de las ventajas que ello traería. Pensar siquiera, que las clases que entre nosotros economizan vayan a colocar su dinero en esa forma, es verdaderamente utópico”.[18]

Las grandes fortunas argentinas que permitieron que fuera el ferrocarril de Buenos Aires a poder de manos extranjeras, ¿auxiliarán a la industria ganadera?. Mientras tanto, las tres compañías existentes, formaron un trust de completo acuerdo, ellas fijan los precios y manejan las adquisiciones y la demanda con excesiva usura. Los novillos de 100 y 120 pesos moneda nacional son adquiridos por ellos de 60 a 90 pesos como máximo, y los criadores o invernadores que ven próximo el invierno, se ven obligados a enajenar su ganado a los frigoríficos, a precios muy inferiores al valor real.[19]

La clausura de los puertos a las haciendas vivas y la limitación de establecimientos frigoríficos facilitó el monopolio. Obviamente esta situación no podía perpetuarse en el tiempo, se imponía la lógica que nuevos frigoríficos debían aparecer. ¿Cómo reaccionaban los capitalistas nacionales ante esta demanda del mercado?. El 16 de febrero de 1901, un grupo selecto de hacendados de la provincia de Santa Fe, enviaron una carta al doctor Carlos Pellegrini, en la que le solicitaban su mediación ante los capitalistas europeos, con el fin de conseguir la instalación en esa provincia, de un establecimiento frigorífico para exportar carnes. “No tenemos capitales para plantear el espléndido negocio de una fábrica de carne en nuestra provincia, porque nuestros recursos están invertidos en campos y en hacienda, contribuyendo así al desarrollo de la riqueza del país”.[20]

En pocas oportunidades como en esta, pudo colocarse el capital argentino en condiciones más productivas, teniendo en cuenta que los frigoríficos van a adquirir a bajo precio las haciendas, y sus productos se cotizarán en Europa a tipos más elevados que antes. Aún así, ¡se le pide al gobierno que traiga capitales del exterior! Ni siquiera se intentó buscar el capital en el país, considerándose ilusoria toda tentativa, supeditándose toda actividad, a la espera del capital inglés, que se mantenía en expectativa de los sucesos de Sudáfrica (la Guerra Boer). Era “imposible de encontrar entre nosotros el espíritu de asociación, que supliera la contribución de grandes fortunas”.[21]

Se agrega en la carta, que el gobierno provincial exonerará por ley todo impuesto, a los establecimientos industriales de ese género que se plantearen, por el término de 10 años. Y si los capitalistas, a pesar de esa ventaja y las perspectivas expuestas flaquearan, no sería dudoso que el gobierno garantizara un interés dado sobre el capital con que se implantara el frigorífico en cuestión!.[22]¿Podían pedir más?.

Proyecto del Frigorífico Argentino

El panorama pareció modificarse en abril de 1901, cuando un grupo de estancieros, tienen la feliz iniciativa de fundar, con capitales propios y dentro del gremio, un establecimiento de carne congelada. Se conformó a tal efecto una comisión directiva, conformada por:


Presidente: Angel T. de Alvear

Vice 1º: Ricardo Lavalle

Vice 2º: E. V. Bunge

Tesorero: R. J. Runciman

Secretario: Llovet, José M.

Vocales: M. Correa Morales

Saturnino J. Unzué

Domingo Ayarragaray

C. Basavilbaso

J. M. Ocampo

El terreno para tal emprendimiento, a pesar de diferentes ofrecimientos, aún no había sido determinado; en cuanto a la maquinaria, ésta iba a ser encargada a los Estados Unidos. La suma subscripta, alcanzaba a 1.460.000 pesos nacionales, siendo el objetivo llegar a los 2 o 3 millones de pesos. A tal efecto, la comisión formada se dirigió a todos los estancieros, enviándoles las condiciones de la subscripción.

El detalle de las suscripciones es el siguiente:

Suscriptores de $ 50.000 : Angel T. de Alvear, Juan A. Fernandez, Mariano, Unzué, Carlos Casares, Saturnino Unzué, Félix de  Alzaga, Manuel Aguirre, Belloq y Durañona.

Suscriptores de $ 40.000: Sucesión Leonardo Pereyra.

Suscriptores de $ 30.000: Norberto Quirno Pizarro e hijos, Juan Shaw Hnos, y Federico Leloir.

Suscriptores de $ 25.000: Santos Unzué y José Pacheco.

Suscriptpres de $ 20.000: Carlos Basavilbaso, M. Correa Morales, Emilio Bunge, Guillermo Udaondo, Alfredo Demarchi, Celedonio Pereda, Plácido Marín, Anchorena Hnos, Urquiza Hnos, Ricardo Lavalle, Cecilio López, Roberto Cano, Cte. Alfredo de Urquiza, Edmundo Perkins, Manuel Guerrico, Manuel Cobo, José y Narciso Ocampo.

Suscriptores de $ 10.000: Julio A. Roca, Exequiel Barrenechea, Máximo Fernández, Herrera Vega e hijos, Emilio Casares, R. I. Runciman, Domingo Ayarragaray, P. Senillosa, Camilo de Alvear, Jorge Bell, Juan Videla, Lázaro Repetto, Arturo Robbio, Juan Cano, José de Apellániz, Alfredo Cernadas, Natalio Cernadas, Patricio Ham, Benito Villanueva, Teodoro Serantes, J. Crotto e hijos, A. P del Carril.

Suscriptores de $ 6.000: Manuel Udaondo, G. Frederking, Alberto Oostendorp, William Bertrand.

Suscriptores de $ 5.000: Juan peña, Carlos Guerrero, Ramón Cárcano, Dr. Quirno Costa, Manuel Arotea, Atanasio Ceballos, juan Cañas, Llobet y Acosta, Francisco Nocetti, Agustín Roca, Terrero y Lanús, Manuel Güiraldes, Guillermo Arning, Emilio Lamarca, Juan Hughes, López Lecube, Gregorio Villafañe, Jorge y Tomás Collet, Federico A. de Toledo, Francisco Serantes, señora viuda de Anasagasti, Benito Martinez, José M. Mendez, Andrés F. Llobet, P. Christophersen, P. B. Allardice, Jiménez Paz, Bullrich y Cía., Castro, E. Healy, José E. Mendisco.[23]

Encontramos en esta lista a lo más granado de la sociedad patricia, apellidos ilustres, pertenecientes a funcionarios del gobierno, o a algunos que llegarán a serlo; hacendados de cuantiosas fortunas amasadas a la sombra de políticas nacionales que favorecieron su crecimiento y desarrollo durante gran parte del siglo anterior; importantes empresarios del rubro inmobiliario, saladeril y ganadero. Todos componentes de la oligarquía terrateniente que dirigió los destinos del país y marcó su curso, desde los albores de la organización nacional. Aristócratas de clase alta, la mayoría eran miembros de la Sociedad Rural Argentina, institución que representaba los intereses de los estancieros, y que “algunos sabios de la hora actual alegan que gobernó a la Argentina pre-peronista, a la vez que sus defensores sostienen que su propósito era puramente apolítico”.[24] Funcionarios gubernamentales claves –incluyendo al presidente de la Nación y al Ministro de Agricultura- fueron cooptados por la esta sociedad, que sin duda buscaba granjearse la buena voluntad de los gobernantes de turno.

Podemos deducir además, que el concurso de capitales argentinos no era una tarea imposible o utópica, como expresaban anteriormente los hacendados santafesinos. ¿Por qué resultaba tan difícil reunirlos?.

No todas eran rosas. A pesar de las ventajas observadas, el del frigorífico era un negocio complicado. Se necesitaban grandes cantidades de dinero para construir una planta: hacia fines del siglo XIX se requerían no menos de 200.000 libras[25], con un costo de mantenimiento y personal también considerable. Esto dejaba en el camino a los pequeños empresarios, pero una asociación de accionistas como la citada, era posible.

Se frustra el proyecto

Poco tiempo había pasado, y algunas certezas se iban develando. El lugar elegido para el emprendimiento era La Plata y todo parecía ir bien encaminado. Sin embargo, a principios de abril de 1901, la prensa se hacía eco del rumor del fracaso de la gestión.[26] Encontramos la confirmación de la noticia en una nota aparecida en los Anales de la S. R. A.

“Consignamos con patriótico pesar, la noticia de que está a punto de disolverse la sociedad constituida para establecer un frigorífico, el que se llamó primeramente de los “Hacendados” y que después tomó el nombre de Frigorífico Argentino, – a causa de que… el capital argentino no quiere comprometerse en la empresa (…) era una exigencia de la industria, una necesidad nacional (…) la idea era patriótica y práctica (…) auspiciada calurosamente por las asociaciones rurales, por la prensa y por un grupo respetable de hacendados, parecía destinada a realizarse en breve plazo; pero dícese ahora que numerosos accionistas, temerosos de no se que fantasmas, se niegan a abonar las cuotas correspondientes a sus acciones, lo que impide que la sociedad adquiera el terreno ya elegido, se mata la idea en el camino…”[27]

Algunas conclusiones

Entendemos que no fue una, sino varias las causas por las que los capitalistas argentinos, no se involucraron decididamente en la industria frigorífica hacia principios del siglo XX, a pesar de todas las ventajas comparativas que ya hemos señalado.

q       Tradicional y circustancialmente, los hacendados argentinos nunca tendieron hacia la cohesión o la cooperación. La solitaria vida rural conformó en ellos un carácter independiente, social y económicamente. Su individualismo se vió reforzado por una sorprendente prosperidad coyuntural, la que determinó, en alguna medida, que la acción colectiva pareciera innecesaria.

q       Siguiendo los ideales del progreso económico, se creyó que se servía a los intereses de la nación –y a los de la clase dirigente- el ofrecer al capital extranjero la posibilidad de realizar inversiones productivas en el país. No creían atentatorio contra la soberanía la entrega de la riqueza nacional, y si “alguna duda se planteaba, salvaba los últimos escrúpulos la certeza de que la aventura contribuía a beneficiar sus propios intereses de clase”.[28]

q       La llegada del capital extranjero, se vió facilitada por un marco internacional, en el que Argentina participó de la expansión de las inversiones de capital que los países centrales volcaron en los periféricos.

q       La política oficial, favorecía con su inacción, el despliegue de los frigoríficos extranjeros y la conformación de trusts y pools (angloargentinos en una primera etapa, y estadounidenses en la siguiente). El Ministro de Agricultura argentino decía en 1913: “…el señor Presidente de la Nación opinaba que era necesario ante todo respetar la libertad de industria y de comercio (…) sería completamente ilegítimo y contrario a los intereses de la nación entorpecer la acción de capitales extranjeros tan valiosos, que han concurrido al país (…)  el interés de los capitales ingleses o americanos, afectados a esta industria de la carne en el país y que nosotros, por razones diversas, tenemos la mayor conveniencia, y podría decirse, la más suprema obligación de defender”.[29]

q       ¿Resultaba lógico esperar otra actitud de los capitalistas argentinos?, ¿han actuado de otra manera a lo largo de nuestra historia?. Creemos que no, la conformación económica de nuestro país, obedeció a dogmas que no daban lugar a la iniciativa local (privada o estatal), Argentina pasó a ocupar así, su lugar en el mundo, cumplimentando las economías de los países centrales.

Nuestra historia reciente está plagada de ejemplos. Otro pudo haber sido nuestro presente si así no hubiera sucedido.


[1] Las paredes de  esta cámara estaban compuestas de tres tabiques de madera, recubiertos en sus caras con papel alquitranado. Entre dos de estos tabiques existía un espacio vacío. Un depósito de hielo colocado al costado recibía 50 toneladas de hielo por cada 60 toneladas de carne a enfriar. Por medio de un ventilador se envía el aire frío del hielo a as cámaras, que entraba por la parte superior y salía por la inferior, manteniendo la cámara a dos grados sobre cero. (Juan Richelet, “Conservación de carnes por frío”, en Anales de la S. R. A, Año XLIII, Volumen LXIII).

[2] GIBERTI, Horacio C. E. “Historia económica de la ganadería argentina”, Cap VI, El Frigorífico, pág 169.

[3] IBIDEM, página 170.

[4] En 1902 “La Negra”, en 1903 “Las Palmas”, en 1904 “La Plata Cold Storage” y en 1905 los demás. Richelet Juan, Op. Cit. Anales de la Sociedad Rural Argentina. Página 59.

[5] SMITH, Peter. “Carne y política en la Argentina” Capítulo 2, página 42.

[6] Sociedad perteneciente a “The La Plata Cold Storage”.

[7] Refrigerada a 28º-30ª Farenheit, la carne enfriada era más perecedera, pero su gusto era muy superior.

[8] SMITH, Peter. Op. Cit. Página 47.

[9] Efectivamente, en 1906 se exportaron 2.036.048 cuartos de vacuno congelados y “chilled”, y en 1907 la exportación fue sólo de 1.893.448 cuartos, con una matanza inferior en un 10% a la del año anterior. BERGÉS, Pedro. Anales de la S. R. A. Op. Cit. Página 250.

[10] DIARIO DE SESIONES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS. SESIONES ORDINARIAS. Reunión Nº 26, pág 312. Declaración del Ministro de Agricultura en la Sesión de la Cámara de Diputados de junio 25 de 1913, al contestar la interpelación del Diputado Nacional Don J. J. Atencio, sobre el “Trust de Carnes”.

[11] GIBERTI, Horacio. Op. Cit. Pág. 200.

[12] BERGÉS, Pedro. Anales de la S. R. A. Año 1913. Op. Cit. Página 252.

[13] GIBERTI, Horacio. Op. Cit. Pág 200.

[14] “The river Plate Fresh Meat”, “Sansinema de Carnes Congeladas” y “Las Palmas Produce”.

[15] Ibídem, página 252.

[16] “Manual de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires”, 1912, citado por Bergés, Pedro, Ibídem.

[17] ANALES DE LA S. R. A. Vol. XXXVI, Nº 1; 31 de enero de 1901.

[18] El Economista Argentino, citado por Anales S. R. A. Ibídem, pág. 76.

[19] DIARIO EL PAÍS, 23 de marzo de 1901, pág. 5.

[20] Ibídem, pág. 6.

[21] DIARIO EL PAÍS, Marzo 4 de 1901, pág. 5.

[22] Ibídem, pág. 6.

[23] ANALES DE LA S. R. A. Enero de 1901, Op. Cit. Pág. 158 y 159.

[24] SMITH, Peter. Op. Cit. Pág. 54.

[25] Ibídem, pág. 48.

[26] LA NACIÓN, 9 de abril de 1901, pág. 3.

[27] ANALES DE LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA. Vol. XXXVI. 1901. Op. Cit. Pág. 272.

[28] ROMERO, José Luis. “Las ideas políticas en Argentina”, página 188.

[29] SESIONES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS. Sesiones ordinarias, junio 25 de 1913.

Bibliografía consultada

q       Giberti, Horacio. “Historia económica de la ganadería argentina”. Hyspamérica. Buenos Aires, 1985.

q       Smith, Peter. “Carne y política en la Argentina”.

Hyspamérica. Buenos Aires, 1986.

q       Romero, José Luis. “Las ideas políticas en Argentina”

Fondo de Cultura económica. Buenos Aires, 1987.

q       Anales de la Sociedad Rural Argentina.

Revista de la Ganadería y la Agricultura..

q       Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, sesiones ordinarias, junio de 1913.

q       Diario El País, artículos aparecidos entre Enero de 1901 y Junio de 1915.

q       Diario La Nación, mismo período.

q       Revista Caras y Caretas. Semanario festivo, literario, artístico y de actualidad.

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