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ARGENTINA en la DÉCADA DEL ’30. CRISIS del MODELO AGROEXPORTADOR y DÉCADA INFAME

Posted by on 14 marzo, 2010

La reconstrucción oligárquica vino de la mano del golpe de Estado de 1930. En la foto, el general José Felix Uriburu, líder golpista.

Los gobiernos que siguieron al de Uriburu, desde la asunción del mando de Agustín P. Justo (1932), a la caída del Presidente Ramón S. Castillo (1943), integraron la época conocida como  “década infame” o “período del fraude patriótico” o de “restauración oligárquica”. En ella se abrió una nueva etapa en la vida política argentina, en la que la democracia ampliada vivida durante los gobiernos radicales (1916/1930), fue reemplazada por un sistema político basado en el fraude electoral y la exclusión política de la mayoría de la población.

PANORAMA ECONÓMICO

Firma del Tratado Roca – Runciman

Consecuencia de la crisis mundial de 1929, el tradicional modelo agroexportador argentino debió ser modificado. Las políticas proteccionistas de los países centrales, provocaron la caída en las ventas de materias primas en los países periféricos. En el caso argentino, el principal comprador de cereales y carnes era Gran Bretaña, país que en la Conferencia Internacional de Ottawa (Canadá) de 1932 decidió comprarle dichos productos a aquellos países que integraban la Comunidad Británica de Naciones (Conmonwealth), en desmedro de sus tradicionales vendedores.

Preocupados, los terratenientes –principales beneficiados del modelo exportador- a través de la Sociedad Rural Argentina (SRA), presionaron al gobierno nacional reclamando políticas que defendieran sus negocios. A tal efecto, se decidió enviar una representación a Londres con el objetivo de superar el conflicto.

El Pacto Roca-Runciman, fue firmado en Londres el 10 de mayo de 1933 por Walter Runciman, en representación del gobierno británico como Presidente de su board of trade, y por Julio A. Roca, Vicepresidente de la Argentina.

El pacto recompuso las relaciones con Gran Bretaña, pero no resolvió los problemas económicos de una Argentina que había quedado descolocada ante los cambios de un mundo que intentaba superar la crisis de 1929. El nuevo escenario mundial, provocó la necesidad de desarrollar la actividad industrial como estrategia superadora de la crisis. A esta industrialización limitada se la llama proceso de industrialización por sustitución de importaciones. La industria textil y la alimentaria fueron las que mas se desarrollaron en esta coyuntura.

LA RECONSTRUCCIÓN OLIGÁRQUICA

Cronología de las presidencias (1930/1943)

JOSE FELIX URIBURU1930/1932
AGUSTIN P. JUSTO1932/1938
ROBERTO M. ORTÍZ1938/1942
RAMÓN CASTILLO1942/1943

El gobierno golpista de Uriburu no logró mantenerse en el poder por mucho tiempo, al fracasar la imposición de un modelo autoritario y corporativo –a la usanza del fascismo europeo- que no fue apoyado por los grupos liberales conservadores. En este sentido se impuso el modelo propuesto por Justo, en el que se llamaba a elecciones, pero tomando el recaudo de impedir –fraude mediante- el retorno radical al poder.

Agustín P. Justo

La presidencia de Justo (1932/1938) estableció el modelo de la década infame, pudiendo definirla como una dictadura moderada que impuso censuras a la prensa y que suspendió las garantías constitucionales a través del estado de sitio y las intervenciones.  Continuó el liberalismo tradicional de la élite, aunque adoptó ciertas disposiciones poco ortodoxas: envió al Congreso un proyecto de ley sobre impuesto a los réditos e inició un tenue proteccionismo.

Al acercarse las elecciones de 1937, el Presidente seleccionó adecuadamente a su sucesor. Prefirió a Roberto M. Ortiz, abogado de las compañías ferrrocarrileras británicas. Había sido ministro de Obras Públicas de Alvear y ministro de Hacienda de Justo (reemplazando a Pinedo cuando este renunció después de las acusaciones de de la Torre)… La combinación Ortiz-Castillo –renovación de la Concordancia justista- representaba una vez más el frente unido de las oligarquías liberal y conservadora. El ex presidente Alvear fue el candidato radical, y Repetto el designado por el Partido Socialista. Durante su administración estalló la guerra en Europa, en la que Argentina permaneció fiel a su tradicional neutralidad.

Ramón Castillo

A mediados de 1940, el presidente Ortiz, afectado por la diabetes y casi ciego, se vio obligado a renunciar. Castillo asumió la primera magistratura, y con él reapareció la corrupción común previa a Ortiz. Con Castillo, regresó al poder el ala derecha de la oligarquía argentina, la que no perdió tiempo en restablecer el fraude electoral, las represiones políticas, las intervenciones a las provincias para asegurar victorias conservadoras, y el empleo del estado de sitio (desde el 16/12/1941 al 4/6/1943). En la esfera internacional, conservó la neutralidad del país, que económicamente benefició al país. Los precios de la carne y los granos conocieron el nivel más elevado de su historia. Cuando se aproximaban las elecciones, Castillo se decidió por un sucesor: Robustiano Patrón Costas, un magnate azucarero conservador, oriundo de Salta, para que la convención del partido lo proclamara en 1943. Pero antes de que empezara la campaña electoral, Castillo fue derrocado por un golpe militar encabezado por la guarnición de Campo de Mayo el 4 de junio de 1943.

“Durante todo este periodo, los partidos políticos no quisieron o no pudieron canalizar el descontento popular en la poderosa herramienta en que hubieran debido convertirse. Los radicales se mantuvieron en su camino centrista del pasado, debilitados y sin la dirección que los había llevado al poder en 1916.

(…) hasta la muerte de Alvear (1942), éste manejó la agrupación, siguiendo una línea conciliatoria que dividió a los radicales y, en última instancia, los volvió impotentes. Los demócrata-progresistas, habían quedado abandonados después del suicidio de Lisandro de la Torre en 1939. Los socialistas, cuyos esquemas y teorías resultaban quizás aplicables a Europa pero no a la Argentina, parecían incapaces de comprender el tiempo en que vivían (…) los comunistas seguían el mismo camino… de esta manera, ni los partidos ni el pueblo –para quien la democracia había llegado a significar el gobierno de la oligarquía- podían oponerse a los militares. Dicha oligarquía, ya fuera liberal (Justo) o conservadora (Castillo), era la única clase unida en defensa de sus propios intereses.[1]

La oligarquía se había mantenido en el poder sólo mediante el fraude y la represión. Pero la fuerza y el fraude ya no bastaban, porque la Argentina había superado a su oligarquía. La guerra en Europa había acelerado el proceso industrializador, aumentado su participación en el PBI del 16,1% en 1938 al 23,1% en 1944. El número de obreros también se incrementó. Hacia 1940, la CGT, la mayor central sindical, se adjudicaba una afiliación de 311.000 obreros sobre un total de 473.000 trabajadores agremiados. Este nuevo sector social, entendía que sus intereses no se veían representados por la elite gobernante, mientras que, al mismo tiempo, los sectores patronales tampoco se identificaban con la oligarquía terrateniente.

Para los nuevos empresarios industriales, el liberalismo practicado por la oligarquia (librecambista) era perjudicial, por lo que exigían una fuerte protección gubernativa, todo lo cual la oligarquía terrateniente en el poder no quería.

“Una vez más, la estructura política argentina resultaba incapaz de superar los problemas y conflictos creados por el desarrollo económico y el cambio social. Desde 1932 a 1943, la oligarquía había gobernado a la Argentina de acuerdo con el modelo previo a 1912, permaneciendo ciega a las transformaciones ocurridas.”[2]


[1] Navarro Gerassi, Marysa. Los nacionalistas, Cap. V. La restauración oligárquica. Editorial Jorge Alvarez s. a.

[2] Navarro Gerassi, Op. Cit.

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