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MANUEL BELGRANO y la creación de la bandera.

Posted by on 19 junio, 2010

El general Manuel Belgrano es una de aquellas figuras históricas que, lo mismo que con una bandera o una espada, podría ser representada con la pluma del escritor o con el libro de la ley en la mano o bendiciendo con ambas la cabeza de un niño deletreando en una cartilla; porque fue hombre de acción y hombre de pensamiento, y porque a la vez que combatió por su creencia, derramó a lo largo del surco de la vida la semilla fecunda de la instrucción y la virtud.” Bartolomé Mitre

Para aquellos que entendemos que la enseñanza de la historia ocupa un lugar destacado en este proceso, el ejercicio de la memoria resulta vital a la hora de transmitir valores y conductas que hicieron grande a este país. En este sentido, pocas figuras como la de Manuel Belgrano despiertan tanta admiración y compromiso.

Abogado diplomado en Valladolid, valiente defensor de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, lúcido ideólogo de la Revolución de Mayo, visionario y promotor del comercio, la industria, de la cultura y del imperio del derecho.

General a la fuerza de ejércitos improvisados, heroicos y harapientos; vencedor, y también vencido, en batallas fundacionales y mitológicas: Tucumán y Salta, Vilcapugio y Ayohuma; genial creador de la bandera; severo, severísimo consigo y con sus subordinados; sacrificado hasta el fin.

En febrero de 1812 propone al Triunvirato la creación de una escarapela nacional “de color blanco y azul celeste…”. Entusiasmado con su creación, diseña una bandera con los mismos colores enarbolándola por primera vez en Rosario, a orillas del río Paraná. Allí, en las baterías «Libertad» e “Independencia» la hizo jurar a sus soldados. El 25 de mayo de 1812, Belgrano, desconociendo el enojo de las autoridades de Buenos Aires por su acción, bendijo la bandera ante el pueblo de Jujuy en el segundo aniversario de la revolución de mayo. Enarbolada en el Cabildo y saludada por salvas de los cañones, Belgrano hizo formar las tropas ante ella, arengándolas con lo que para muchos fue una verdadera declaración de independencia, alejada de las especulaciones de Buenos Aires.

«El 25 de Mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra historia  y vosotros tendréis un motivo más para recordarlo cuando sois testigos, por primera vez, de la bandera nacional en mis manos, que nos distingue de las demás naciones del globo (…) Esta gloria debemos sostenerla de un modo digno con la unión, la constancia y el exacto cumplimiento de nuestras obligaciones hacia Dios (…) Jurad conmigo ejecutarlo así, y en prueba de ello repetid: ¡Viva la Patria!»

Su comunicación al Triunvirato le fue respondida por un indignado Rivadavia: «El gobierno deja a la prudencia de V. S. mismo la reparación de tamaño desorden [la jura de la Bandera], pero debo prevenirle que ésta será la última vez que sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad y los intereses de la nación que preside y forma, los que jamás podrán estar en oposición a la uniformidad y orden. V. S. a vuelta de correo dará cuenta exacta de lo que haya hecho en cumplimiento de esta superior resolución».

Furioso y despechado, don Manuel responde el 18 de julio de 1812, sincerándose respecto de que en las dos oportunidades había izado la bandera «para exigir a V. E. la declaración respectiva en mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones del globo». Pero ya que el gobierno no dictaba la independencia, no le cabía otra conducta que recoger la bandera. «Y la desharé para que no haya ni memoria de ella -escribe, con conmovedor despecho-. Si acaso me preguntan, responderé que se reserva para el día de una gran victoria, y como ésta está muy lejos, todos la habrán olvidado.»

Hoy, en todo el ámbito de la Patria, flamea más gloriosa que nunca la Bandera de Belgrano. ¿Qué otro emblema nos identifica de manera tan  unánime? La Bandera inspiró los esfuerzos de la emancipación, convirtió a los niños en hombres decididos a brindar la vida en su defensa, flameó en las selvas y en los montes, en las pampas y en  las inmensidades oceánicas, cubrió en su infortunio a los héroes de Malvinas. Presidió y preside la cotidiana hazaña de educar, ennobleció el esfuerzo del trabajo, acompaña en las proezas deportivas. En suma, alentó y alienta la existencia de los hijos de este suelo generoso.

La Bandera es lección, mensaje y desafío. En sus pliegues se resume lo que fuimos, logrado a fuerza de fe sacrificio y perseverancia, lo que somos, como pueblo que padece la pobreza, la marginalidad y la falta de justicia, y lo que seremos, soñando con un futuro justo, próspero y soberano, en el que esperamos alcanzar la paz social, nacida de la honradez de gobernantes y gobernados, del respeto por la ley y de la vocación hacia el bien común de cada componente de la sociedad. El camino hacia ese futuro soñado, nos es señalado por este argentino de excepción, que escribió de puño y letra:

“¿Cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arraigadas, que haya ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados, si no hay enseñanza, si la ignorancia va pasando de generación  en generación con mayores y más grandes aumentos? Un pueblo culto jamás podrá ser esclavizado.”

¿Podemos desoír semejante mensaje? Reflexionemos ante el hecho que recordamos, nuestra patria nació con la bandera y surgió del sueño de un patriota, que creó el símbolo sin caracteres bélicos, sin jactancias tiránicas, ni rencores, ni odios, ni ambición de predominio. Honremos la figura de Belgrano, honrando su creación. Respetemos los colores patrios no solamente con las palabras sino con los hechos y las obras. Su obra y su ejemplo tienen plena vigencia y así debemos comprenderlo para tener un país unido y en libertad.

Proclama dirigida por M. Belgrano a su ejército
al enarbolar por primera vez la bandera

Soldados de la Patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno: en aquel, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas. Juremos vencer a los enemigos Interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad.
En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!
Señor capitán y tropa destinada por primera vez a la batería Independencia; id, posesionáos de ella, y cumplid el juramento que acabáis de hacer.

Carta de M. Belgrano al Gobierno Superior de las Provincias del Río de la Plata

Excmo. Señor:
En este momento que son las 6 y 1/2 de la tarde se ha hecho la salva en la Batería de la Independencia, y queda con la dotación competente para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar a las tropas, y estos habitantes, que se formas en todas aquellas, y les hablé en los términos de la copia que acompaño.
Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de V. E.
Dios guarde a V. E. Muchos años,
Rosario 27 de Febrero de 1812.

Manuel Belgrano

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