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¿Cómo llega Rosas al poder? Convención de Cañuelas y Pacto de Barracas

Posted by on 30 julio, 2010
Juan Manuel de Rosas

La revolución dirigida por el general unitario Juan Lavalle contra el gobernador, coronel Manuel Dorrego, había resultado rápida e incruenta, y el gobernador había huido. Perseguido por las fuerzas de Lavalle, fue derrotado en la batalla de Navarro, y — unos días más tarde, el 13 de diciembre de 1828 — fusilado por orden de su vencedor, que se hizo proclamar gobernador.

La historia juzgará si el coronel Dorrego ha debido o no morir, y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, pueda haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. Quiera persuadirse al pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio”.

Fusilamiento de Dorrego

En algo tenia razón Lavalle, la historia ha juzgado el hecho y lo ha calificado de asesinato.

La respuesta de los caudillos provinciales no se hizo esperar.

Bustos se hizo conferir por la Legislatura de Córdoba facultades extraordinarias; Quiroga ordenó una leva general en La Rioja y San Luis para marchar contra Lavalle; Ibarra organizó sus fuerzas mientras López rompía las relaciones interprovinciales. Todas las provincias, a excepción de Salta y Tucumán protestaron por medio de sus legislaturas por el atroz crimen realizado por orden de Lavalle.

La Convención Nacional de Santa Fe se reservó para sí la dirección de las relaciones exteriores, declaró anárquico el motín del 1º de diciembre que encumbró a Lavalle y de crimen de alta traición al Estado el fusilamiento de Dorrego, pidió fuerzas a las demás provincias y las puso al mando de don Estanislao López, que emprendió su campaña contra Lavalle, invadiendo la provincia de Buenos Aires por el norte.

Lavalle se concertó con el General Paz a fin de que éste con la segunda división del ejército que había traído del Brasil sofocara en las provincias del interior el movimiento que emprendían los caudillos, mientras él salía al encuentro de López.

Juan Lavalle

Rosas, quien unió fuerzas con López, encerraron a Lavalle en un radio de pocas leguas y, el 26 de abril de 1829 le derrotaron por completo en el puente de Márquez. Derrotado, el general unitario tuvo que refugiarse en Los Tapiales. Había llegado el momento de negociar, y debía hacerlo con Rosas, ya que López se había dirigido a Santa Fe, en busca de Paz.

En búsqueda de un acuerdo, Lavalle se dirigió solo durante la noche del 23 de junio al campamento de Rosas. El resultado de esta entrevista fue la Convención de Cañuelas del día 24. En la misma se establecen siete artículos públicos que reconocen la situación de los partidos beligerantes y estipulaban la elección de un nuevo gobierno, y un artículo secreto que era condición sine qua non de los públicos, y que establecía lista común de nuevos diputados y a determinados nombres para los cargos de gobernador y ministros. En dicho acuerdo se comprometían a:

1º.- Cesar las hostilidades entre la ciudad y la campaña.

2º.- Proceder a la elección de representantes para la provincia.

3º.- A someter a ambos jefes las fuerzas de un mando al gobierno permanente (ni Rosas ni Lavalle podrían ser gobernadores).

4º.- A reconocer las obligaciones otorgadas por Rosas para el sostén de las fuerzas.

5º.- A reconocer los grados de los jefes y oficiales que habían militado con Rosas.

En una segunda parte de la misma Convención, se acordaba que: 1ro, para evitar conflictos electorales, se convendría una lista única de candidatos a Representantes, y 2do, la elección de gobernador recaería en el general Félix Álzaga, al que se le imponían los nombres de sus ministros, mitad federal y mitad unitarios.

Los unitarios interpretaron este acto de Lavalle como una traición, y si bien se formó la lista de unidad, en la víspera de la elección, presentaron una segunda lista, formada únicamente por unitarios. Dominada la ciudad por las tropas del ejército unitario, la lista rebelde triunfó sin problemas.

Pero Rosas desconoció esa elección, se negó a levantar el sitio y cerró por completo todas las entradas a la ciudad, reiniciando inmediatamente los ataques sobre Buenos Aires.

Lavalle, que se había comprometido personalmente en Cañuelas, y sus colaboradores, que poco después admitieron que habían subestimado a Rosas, iniciaron nuevas negociaciones. El resultado de las mismas sería la Convención de Barracas: se llamaba de regreso a la legislatura que había existido en tiempos de Dorrego y el general Juan José Viamonte asumía el gobierno provisionalmente. Su gobierno no duró más de tres meses y se sentía la necesidad de un gobierno fuerte, estable y enérgico para combatir la anarquía y restablecer el orden. La opinión designaba a Rosas como el único capaz de asumir semejante compromiso.

Viamonte se dispuso a llamar a elecciones para integrar la Legislatura. Al advertir Rosas que podían peligrar sus planes -pues corría el riesgo de que los comicios no le dieran los diputados que necesitaba-, convenció al gobernador de que el mejor camino consistía en restaurar la Sala anterior, desmembrada tras el golpe de Lavalle a Dorrego.   En las sesiones del 5 y 6 de diciembre de 1829 la Sala de Representantes aprobó la ley nombrando nuevo gobernador revestido de facultades extraordinarias, cuyo más tenaz y elocuente defensor fue, naturalmente, Tomás de Anchorena, García Valdez, con patriótica inspiración, pero sin éxito quiso rechazar los poderes extraordinarios. No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Sarratea y a Rodríguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años; también Viamonte las había tenido.

El 6 de diciembre de 1829, la Junta de Representantes de Buenos Aires designó gobernador y capitán general de la provincia al Comandante de Campaña Juan Manuel de Rosas, por treinta y dos sufragios contra uno.

Llegó al poder con el apoyo de la clase alta, fundamentalmente ganaderos, y de los sectores populares que vieron en él alguien capaz de garantizar la paz y el orden.
La muerte de Dorrego y los funerales organizados en su honor contribuyeron a colocar a Rosas en el lugar de líder del federalismo porteño. Fue declarado, por disposición de la Junta, RESTAURADOR DE LAS LEYES E INSTITUCIONES DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES y se le otorgó el grado de Brigadier.

Según el historiador Tulio Halperin Donghi, tres son los diferentes tipos de adhesiones al ascenso rosista que se pudieron observar dentro del partido federal porteño. Los viejos militantes de la oposición popular porteña que adoptaron una postura intransigente y defendieron hasta las últimas consecuencias los principios republicanos del federalismo (llamados doctrinarios), los recién llegados al partido que buscaban orden y paz y un tercer grupo distante de los dorreguistas y del partido del orden, que contaban con un peso económico significativo y que pretendían despojar a la provincia de sus compromisos nacionales (entre ellos podemos encontrar a la familia Anchorena y a poderosos hacendados y terratenientes cercanos a Rosas). Dentro del segundo y tercer grupo, buscó apoyo y consejo el gobernador. De los federales de última hora, el doctor Manuel José García ocupó la cartera de Hacienda y el General Tomás Guido las de Gobierno y Relaciones Exteriores. Entre 1829 y 1832, Rosas se propuso moldear el partido federal para convertirlo en un instrumento dócil a su influencia e idóneo a sus objetivos políticos. Los viejos dirigentes no se resignaron fácilmente y persistieron en una posición legalista frente a la ampliación de autoridad que significó el otorgamiento al gobernador de facultades extraordinarias – o sea la suspensión de las garantías individuales que limitaban sus atribuciones- por parte de la Junta de Representantes.

ESTE ARTÍCULO CONTINÚA EN «PRIMER GOBIERNO DE ROSAS. Liga unitaria y Pacto Federal.»

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Historia Argentina, desde la Prehistoria hasta la actualidad, Fascículo 19, «La Confederación Rosista I (1829/1852)», Colegio Nacional de Buenos Aires, Página 12.

Acevedo, J. E., «Historia Argentina y Constitución Nacional», Lacort editor, Bs. As., 1940.

IMAGEN 1: http://www.ebrisa.com/portalc/ShowArticle.do?id=419656&source=S

IMAGEN 2: http://www.revisionistas.com.ar/?p=54

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