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BENEFICIADOS y PERJUDICADOS POR LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Posted by on 24 agosto, 2010

«Tres posibilidades se abrían al pobre que se encontraba al margen de la sociedad burguesa y sin protección efectiva en las regiones todavía inaccesibles de la sociedad tradicional. Podía esforzarse en hacerse burgués, podía desmoralizarse o podía rebelarse» (Eric Hobsbawm, La era de la revolución)

La Revolución Industrial casi no modificó las condiciones de vida de las clases más altas de la sociedad, y cuando así lo hizo, fue para mejorarlas. La demanda de sus productos y la actividad de sus minas incrementaron rápidamente sus rentas. Mientras la alta burguesía -grandes comerciantes, industriales- pudo incorporarse a las clases superiores, la baja burguesía pasó a engrosar las filas de las nuevas y numerosas clases medias.

En el sector obrero, su sector mejor pago, la denominada «aristocracia obrera», integraba la clase media baja y estaba compuesta por capataces y obreros especializados. Pero la enorme mayoría integraba el sector de los trabajadores pobres, aquellos que fueron los grandes perdedores en el proceso de la revolución industrial. ¿Por qué?, sus relaciones y sus formas de vida estallaron a causa de las duras condiciones que se les imponían, su dependencia del salario, la tiranía del reloj, la disciplina, la ruptura del grupo familiar, la falta de higiene, el hambre.

El obrero veía a la máquina como a una amenaza y le resultó muy difícil comprender la nueva lógica económica que imponía el capitalismo. Una de sus respuestas fue el romper aquellas máquinas que habían convertido a su vida en algo miserable, y que por otra parte, habian dejado a miles sin trabajo. Ese movimiento fue llamado ludismo y se hizo popular en Inglaterra a partir del odio incondicional hacia las máquinas. Sostenían que la tecnología hacía perder al hombre su capacidad laboral y creativa, trnsformando al trabajador en un esclavo. Las crecientes tasas de desempleo provocadas por la implantación de máquinas que reemplazaban a cientos de trabajadores, provocó también la unidad de la clase trabajadora, poseedora ya de una incipiente conciencia de clase.

«A los comerciantes y a los fabricantes de paños y a todos aquellos que aman a la manufactura textil de este país (…) El número de máquinas para cardar que se están instalando por doquier a lo largo de 17 millas al suroeste de Leeds supera todo lo imaginable, pues ¡ya llega a un total de no menos de ciento sesenta! Dado que toda máquina puede hacer en doce horas el trabajo que pueden realizar diez hombres trabajando noche y dia (como mínimo), ello significa que una máquina podrá hacer en un día el trabajo para el que se requerirían veinte hombres.

Dado que no querermos afirmar nada que no pueda ser probado, calculamos que si se emplean cuatro hombres por cada máquina durante 12 horas y si esta trabaja día y noche, harán falta 8 hombres para las 24 horas; de esta manera (…) por cada máquina de cardar 12 hombres perderán su trabajo. Dado que se puede suponer que el número de máquinas que hay, conjuntamente, en todos los demás distritos, es similar al de las máquinas que hay en el suroeste, al menos 4.000 hombres se verán obligados a arreglárselas de otro modo para sobrevivir y probablemente terminarán en la lista de pobres, si no se soluciona en breve la situación: calculando que en cada una de las familias ahora sin trabajo un muchacho se podía colocar como prendiz, ocho mil personas se verán privadas de la oportunidad de procurarse sus medios de subsistencia.

Por tanto esperamos que los sentimientos de humanidad inducirán a quienes pueden impedir el uso de estas máquinas a hacer lo posible para frenar esa tendencia que tan negativos efectos tiene sobre sus semejantes. Y eso no es todo, ya que también estropea los paños, en cuanto que en lugar de dejar una pelusa, rasca la lana y daña el paño (…)

¿Y cómo podrán mantener a sus familias esos hombres a quienes se les quita su trabajo? ¿Cómo podrán enseñar a sus hijos de manera que la generación posterior pueda vivir de su trabajo y no se vean obligados a arrastrarse en el ocio como vagabundos? Alguien nos podría decir: «empezad a aprender otro oficio». Imaginemos que así lo hacemos, ¿Y quien mantendrá a nuestras familias mientras acometemos tan dificil empeño? Y, además, durante nuestro segundo aprendizaje podría inventarse otra máquina que nos quitaría también este trabajo y nuestras familias, que ya estarían medio muertas de hambre mientras nosotros aprendíamos el modo de llevarles el pan, lo estarán del todo durante nuestro tercer aprendizaje (…)».

Citado por Giorgio Mori en «La Revolución Industrial», Barcelona, Grijalbo-Crítica, 1980.

Por último, con el proceso industrial se produjo el trabajo masivo de los niños de los sectores populares, quienes comenzaron a trabajar en las fábricas y en las minas. comenzaban a los seis años, trabajando entre catorce y dieciseis horas diarias, con salarios seis veces menores que los de un adulto. Sus manos pequeñas y su baja estatura, los destinaba a tareas de hilado o de extracción de carbón.

Los castigos corporales y las insalubres condiciones de trabajo a las que estaban sometidos afectaban su salud y su normal desarrollo físico y mental.

IMAGEN 1: http://www.salesianoconcepcion.cl/download_engine/comment.php?dlid=247&ENGINEsessID=097d469b7b1c83d92bd00258bfcbfb40

IMAGEN 2: http://profemariodiaz.blogspot.com/2009_09_01_archive.html

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