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Un represor reconoce violaciones a los Derechos Humanos en la ESMA

Posted by on 29 agosto, 2010

El ex oficial de Inteligencia Antonio Pernías volvió a hablar en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA y reconoció que el grupo de tareas que integró en ese centro clandestino tenía como práctica realizar “interrogatorios reforzados a los detenidos. El represor justificó las sesiones de tortura –“aún hoy se los sigue aplicando en países como Irlanda o Israel”, sostuvo–. También argumentó que las condiciones de detención en Capucha, donde permanecían los secuestrados por el grupo de tareas de la ESMA, “no se diferenciaban demasiado de las cárceles del pueblo”.

La de ayer fue la segunda vez que Pernías, que está siendo juzgado junto a otros dieciocho represores, pide declarar. Subió al estrado con un bolso lleno de libros, que viene usando para desmentir las declaraciones de los sobrevivientes que atestiguan en las audiencias. Así, lee un párrafo de La Voluntad o de Mujeres guerrilleras a los jueces con la intención de confrontar los dichos de tal o cual testigo con lo publicado. Usa también La Masacre de San Patricio, de Eduardo Kimmel, y Cuando el poder perdió el juicio, de Luis Moreno Ocampo.

En tono autojustificatorio, el represor dijo que el país pasó por “una guerra” y adjudicó sus “horrores y errores” a “la obediencia debida” y “la emoción” que le causaron, dijo, “los crímenes cometidos por los jóvenes idealistas/terroristas/guerrilleros”. Como si fuera una novela por entregas, prometió “explicar la posición de Perón” en su próxima declaración.

Más allá de la puesta en escena, para los abogados querellantes la declaración aportó algunos puntos útiles. Lo principal es que Pernías reconoció haber sido personal permanente del grupo de tareas de la ESMA y, al mismo tiempo, admitió que la tortura era una práctica del grupo.
Al aludir a los  “interrogatorios reforzados”  apuntó que  “no había ensañamiento, porque nosotros éramos personas de bien”,  lo que levantó murmullos de indignación entre los asistentes, en su mayoría familiares de las víctimas o sobrevivientes del terrorismo de Estado. En el mismo sentido, sostuvo que “lo que hacía el grupo era sacar información, no había ensañamiento” y que los interrogatorios “eran por quince minutos, y si no se sacaba información después de ese tiempo, ya no servía”.

Teniente Antonio Pernías.

Torturó con picana eléctrica y quemaduras de cigarrillo a Carlos García, Graciela Daleo, Ricardo Coquet y María Milia de Pirles, entre otros, a quienes además les hizo un simulacro de fusilamiento. Tuvo prisión preventiva rigurosa acusado de haber cometido 22 delitos durante su actuación como oficial de inteligencia del grupo de tareas 3.3.2. En los archivos del Nunca Más aparece como responsable de las desapariciones de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, y de los familiares de los desaparecidos secuestrados en la iglesia Santa Cruz, en diciembre de 1977. También aparece como responsable del homicidio de los curas palotinos Pedro Duffau, Salvador Barbeito, Alfredo Kelly, Alfredo Leaden y José Barbeti. Sus apodos eran “Rata”, “Trueno” y “Martín”, y tenía documentos falsos a nombre de Antonio Gaimar. Fue beneficiado por la ley de obediencia debida y estaba en actividad cuando la prensa difundió su prontuario, junto al de Juan Carlos Rolón, y así se trabó su ascenso. Durante la Guerra de Malvinas fue jefe del Batallón de Infantería de Marina BIM5.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-152095-2010-08-27.html

IMAGEN:   http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-26626-2007-04-03.html

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