Acaba de fallecer el ex-presidente argentino Néstor Kirchner (2003/2007). La Historia, y no los editorialistas del presente, lo juzgará y colocará en el lugar que le corresponda, con sus errores y sus aciertos. En este espacio, me permito recordar un hecho de su gestión que me conmovió y que significó una inequívoca señal de su política de defensa de los derechos humanos. Ocurrió el miércoles 24 de marzo de 2004, cuando en ocasión de un nuevo aniversario del golpe militar de 1976, en el Colegio Militar ordenó al jefe del Ejército, general Roberto Bendini, descolgar los cuadros con las fotos de los ex dictadores Rafael Videla y Reynaldo Bignone.
Con voz firme y gesto adusto dijo “proceda”, en un acto de profunda trascendencia simbólica ya que los dictadores habían sido directores del Colegio Militar. La acción, «marca un claro posicionamiento que tiene todo el país, de terminar con esa etapa lamentable de nuestro país y que definitivamente esté consolidada la democracia y desterrado el terrorismo de Estado». “No es rencor ni odio lo que nos guía. Los que hicieron este hecho tenebroso y macabro, de tantos campos de concentración como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino”, dijo.
«Que quede bien claro, el terrorismo de Estado es una de las cosas más sangrientas que le pueden pasar a una sociedad. No hay nada que habilite el terrorismo de Estado, y menos la utilización de las Fuerzas Armadas».
Desde este humilde espacio, adherimos a sus palabras.