De la misma manera que EE UU se apropió del nombre continental de América con su independencia en 1783, un proceso paralelo pero más complejo fue el experimentado con el nombre de Colombia. El historiador Aimer Granados, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa (Ciudad de México), nos relata las aventuras de los nombres de Colombia desde el siglo XVI en adelante en el siguiente artículo de «El País».
El nombre Colombia en la historia moderna de América siempre tuvo algo de mítico, con resonancias a la epopeya del descubrimiento colombino. Hoy, este nombre se refiere a una identidad política nacional: desde fines del siglo XIX, los colombianos así se identifican, pero no siempre esta representación nacional tuvo tal connotación.
Tal vez desde fray Bartolomé de las Casas estuvo presente la idea de llamar al Nuevo Continente o, al menos a una parte de él, con un nombre alusivo a su descubridor Cristóbal Colón. «Columba» fue el toponímico que utilizó el fray. En la época de las independencias hispanoamericanas, «Colombia», como nombre, indistintamente fue utilizado para denominar alguna porción del continente, pero, más precisamente, entre 1819 y 1830 para nombrar el proyecto político en torno al naciente y efímero estado nacional Colombia, más conocido como la «Gran Colombia», creada por Simón Bolívar. Este proyecto político constituyó una nueva nación construida a partir de un cuerpo de vasallos reales que se separaron violentamente de su soberano en las provincias que habían sido parte de tres divisiones territoriales de la Corona española: un virreinato (Nueva Granada), una capitanía (Venezuela), y una presidencia y audiencia (Quito).
La «República de Nueva Granada»
El venezolano Francisco de Miranda castellanizó la expresión «Columbia» y acuñó el nombre «Colombia». Miranda utilizó este toponímico para referirse alternativamente al hemisferio occidental, para nombrar a la América Española, o para bautizar a la nación que pensaba crear en los antiguos territorios de la monarquía española en América, una vez éstos se hubieran independizado. La capital de dicha nación se llamaría «Colombo». Hacia mediados del siglo XIX, los colombianos Tomás Cipriano de Mosquera y José María Samper todavía insistían en sus escritos en llamar «Colombia» a la América del Sur (…) Hacia fines del siglo XIX, la polisemia del nombre «Colombia» derivó hacia un solo significante, esto es, la actual República de Colombia.
Cabe aclarar que si bien esta breve reseña histórica se centra en el nombre «Colombia», al menos entre 1830 y 1863 el nombre que alimentó el imaginario político y de nación de lo que constituyó el antiguo virreinato de la Nueva Granada fue la «República de Nueva Granada». Nueva Granada como nombre y como entidad política, territorial e histórica, tuvo mayor fuerza que su rival Colombia en el contexto de la transición colonial hacia los tiempos republicanos. Efectivamente, exceptuando la década colombiana (1819-1830), la denominación República de Nueva Granada sancionada por la Constitución de 1832 y luego la Confederación Granadina, aprobada por la Constitución de 1858, fueron los nombres que dieron rumbo al nuevo estado nacional. Pero la Constitución de 1863 regresó al nombre de «Colombia» al formar los Estados Unidos de Colombia y a partir de la Constitución de 1886 se adoptó el nombre de «República de Colombia».
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