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HERENCIA COLONIAL EN LATINOAMÉRICA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX

Posted by on 2 julio, 2012

Hasta mediados del siglo XIX la economía y la sociedad de los países latinoamericanos, surgidos a partir del proceso de independencia que tuvo lugar entre 1810 y 1825, no habían cambiado mucho.……..
La economía conservaba prácticamente los mismos rasgos heredados de la dominación española y portuguesa, e incluso había sufrido cierto retroceso debido a las guerras de independencia. Por un lado, en algunas zonas seguían funcionando haciendas, estancias, plantaciones o minas que producían algunos productos que se exportaban a Europa a través de puertos ubicados sobre el Atlántico, el Caribe o el Pacífico. Así encontramos las estancias ganaderas de Argentina, Uruguay y sur de Brasil, exportadoras de cueros; las minas de plata de Bolivia y Perú, o de oro de Brasil; zonas productoras de cacao en Venezuela, de azúcar en el nordeste brasileño o en algunas islas del Caribe, o de sustancias colorantes en América Central. Estas zonas eran centros en torno a los cuales habían crecido algunas pocas grandes ciudades y puertos. Y era en estos núcleos exportadores y sus zonas aledañas donde la producción se destinaba al mercado, donde las empresas productivas buscaban obtener ganancias a través de la venta de sus productos y donde parte de la población rural era explotada bajo formas de sujeción diversas. Sin duda en estas economías exportadoras se acumulaban grandes fortunas: después de todo, era la extracción o el cultivo de esos productos primarios lo que había sustentado al orden colonial y seguía siendo el principal sostén económico de los nacientes Estados nacionales.
Sin embargo, por otro lado, la mayor parte del territorio latinoamericano permanecía al margen de estos circuitos productivos orientados a la exportación. El orden colonial había terminado, pero aún hacia 1850 la mayor parte de la tierra o bien no había sido puesta en producción o bien estaba en manos de propietarios que no la explotaban con fines mercantiles. De la misma manera, buena parte de la población latinoamericana no estaba vinculada a esos núcleos exportadores y tampoco, en muchos casos, a formas de producción capitalistas ligadas a la búsqueda de ganancias.
Vastos territorios todavía estaban habitados por pueblos indígenas nómades; entre las zonas efectivamente controladas por los estados y aquellas que permanecían en poder de los aborígenes existían fronteras móviles, escenario de frecuentes disputas y enfrentamientos aunque también de intercambios y negociaciones entre el mundo “occidental” y los sobrevivientes de los habitantes originarios.
Por otra parte, al interior de las fronteras había grandes extensiones de tierras baldías, propiedad del estado, otras tierras que eran propiedad de la Iglesia (fuera del circuito económico), y, finalmente, buena parte de las tierras estaban todavía en manos de comunidades indígenas sedentarias, que las poseían colectivamente y las utilizaban para su propia subsistencia. Estas comunidades campesinas habían sobrevivido a la conquista y colonización del siglo XVI, y si bien lentamente habían ido perdiendo terreno frente al avance de haciendas y plantaciones, conservaban todavía parte de sus tierras y también de cierta autonomía para el manejo de sus asuntos en virtud de sus propias costumbres y tradiciones. Las tierras comunitarias no producían para el mercado sino para cubrir sus propias necesidades; a lo sumo, ejercían un intercambio limitado en pequeños mercados de los pueblos cercanos adonde se acercaban semanalmente los campesinos. También la mayor parte de la tierra que sí estaba en manos privadas producía para cubrir las propias necesidades de las haciendas o para abastecer a los limitados mercados internos formados por las ciudades y pueblos cercanos, y sus propietarios no tenían estímulo suficiente para expandir la producción con criterio empresarial. De este modo, las haciendas y las comunidades indígenas coexistían en un equilibrio inestable en el que la competencia por el control de la tierra y el agua no se había resuelto todavía de manera definitiva a favor de las primeras.
Carpetas docentes de Historia. FaHCE-UNLP
http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/

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