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¿POR QUÉ ARGENTINA FUÉ NEUTRAL EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL?

Posted by on 21 julio, 2012

La Primera Guerra Mundial o “Gran Guerra” que se desarrolló en Europa entre 1914 y 1918, no sólo involucró a aquellos países que formaron parte del conflicto, sino que además obligó al resto de las naciones, a tomar partido. En Argentina, el inicio de la guerra coincidió con el año en que murió su presidente, Roque Sáenz Peña. Su sucesor, el vicepresidente Victorino de la Plaza, mantuvo la neutralidad. Cuando dos años después, fue elegido presidente Hipólito Yrigoyen, Alemania había comenzado la guerra submarina que provocó el ingreso de Estados Unidos al conflicto. El nuevo presidente argentino soportó fuertes presiones internas para mantener la neutralidad. Tanto la Cámara de Senadores como la de Diputados se expidieron a favor de la ruptura contra los imperios centrales. A esto hubo que sumarle la presión de los gobiernos aliados de Gran Bretaña y Francia, junto con la del gobierno norteamericano. ¿Por qué las presiones para que Argentina ingresara a la guerra? ¿Por qué no lo hizo?

En 1917 dos buques argentinos fueron hundidos por las fuerzas alemanas, motivo por el cual el gobierno argentino expresó formalmente sus protestas, exigiendo el desagravio del pabellón nacional y una reparación económica por el hundimiento del buque «Monte Protegido» que trasladaba lino a Rotterdam, y del «Foro» que transportaba lanas, carnes, grasas y cueros a Génova.

El gobierno imperial aceptó los reclamos argentinos por el hundimiento del «Monte Protegido». Sin embargo, se negó a seguir el mismo procedimiento con el caso del «Foro» por considerar que transportaba «contrabando de guerra». Yrigoyen insistió. Y destacó que los productos alimenticios eran un rubro fundamental del comercio exterior argentino, y que no podían ser considerados «contrabando de guerra» aunque se vendieran a países beligerantes. Alemania aceptó las exigencias. Y, ya concluida la guerra, en 1921, en el acorazado alemán «Hannover» se realizó el desagravio a la bandera argentina en presencia del secretario de Estado germano von Simons, y del ministro argentino en ese país, Luis Molina.

A pesar del hundimiento de los buques argentinos, Yrigoyen sostuvo que el país debía mantenerse al margen del conflicto que involucraba a las principales potencias mundiales. En su mensaje al Congreso del 30 de junio de 1917, manifestó que, “El gobierno ha considerado que los pueblos de América, vinculados por identidad de origen y de ideales, no deben permanecer aislados unos de otros ante la actual convulsión universal, sino congregarse a efectos de uniformar opiniones y coordinar en lo posible el pensamiento común en la situación por la que atraviesa el mundo. Las quince naciones que han aceptado hasta ahora (…) coinciden en ese propósito y en sus alcances futuros para crear vinculaciones con América para bien de la paz y de los intereses comunes”.

 También el gobierno alemán presionó para que Argentina entrara a la guerra, para poder así impedir el abastecimiento de productos primarios a los aliados. El representante alemán en Buenos Aires, el conde Karlo von Luxburg, había sugerido a su gobierno el hundimiento de los buques argentinos, para forzar la entrada al conflicto. Sus mensajes fueron interceptados por la inteligencia británica, la que puso en conocimiento al gobierno argentino de los hechos. Cuando Yrigoyen decide expulsarlo y elevar una protesta formal, el gobierno alemán desautorizó a su embajador asegurando que tenía las facultades mentales alteradas, motivo por el cual fue internado en el Hospital Alemán, para luego volver a su país en secreto.

 Ricardo M. Ortiz sostiene que la neutralidad argentina estuvo relacionada con el hecho de que ésta no era percibida como una amenaza para los intereses británicos, aunque sí  para los norteamericanos. De acuerdo con esta línea de razonamiento, los gobiernos aliados europeos procuraron básicamente que la Argentina les proveyese sus productos primarios, para lo cual la neutralidad resultaba necesaria. Para Ortiz, mientras Gran Bretaña impulsó al gobierno argentino a mantener la neutralidad, Estados Unidos presionó para que la abandonara.

En la óptica norteamericana, si la Argentina entraba en la guerra, esta circunstancia obligaría a una modificación de su economía que permitiría un aumento de la injerencia norteamericana en el mercado argentino a través de créditos, armamentos, barcos y empréstitos, abonando el terreno para que, una vez finalizada la guerra, el capital yanqui lograra desplazar al británico. En cambio, los intereses británicos se ubicaron en el polo opuesto de los norteamericanos. El capital británico había logrado crear un aparato de dominio en el mercado argentino: casas comerciales, bancos, inversiones, ferrocarriles, frigoríficos, etc., si la Argentina entraba en la guerra, la estabilidad de ese aparato de poder británico podía venirse abajo.

¿Otras causas de la neutralidad?

 –  la dependencia de la economía argentina del comercio exterior, lo que obligaba a no descartar a ningún probable socio comercial.

–  Si se preservaba la relación comercial con Alemania, ¿se podría evitar la dependencia de Gran Bretaña o de los Estados Unidos?

–  el control por parte de Alemania de importantes sectores de exportación (en el caso argentino, del comercio de granos), el cual no podía ser eliminado inmediatamente sin afectar ramas claves del comercio exterior.

–  La existencia de una mayor simpatía hacia Alemania que hacia Estados Unidos, por factores económicos (Argentina era perjudicada por el proteccionismo norteamericano), políticos (la resistencia argentina al panamericanismo estadounidense).

–  ¿Factor militar?, es posible, porque el ejército argentino se había formado y continuaba entrenándose bajo el modelo y la colaboración del ejército alemán, hecho que llevaba a muchos de los oficiales argentinos a no desear la beligerancia con el último.

Bibliografía consultada:

Ricardo M. Ortiz, Historia económica de la Argentina, Buenos Aires, Plus Ultra, 1978.

http://www.ucema.edu.ar/ceieg/arg-rree/8/8-007.htm

http://edant.clarin.com/diario/especiales/yrigoyen/guerra/neutral.htm

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