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«CÁMPORA AL GOBIERNO, PERÓN AL PODER»

Posted by on 5 agosto, 2012

La estrategia de Lanusse de imponer una salida política ordenada y condicionada por medio del Gran Acuerdo Nacional fracasó. El GAN proponía un acuerdo entre las principales fuerzas políticas a fin de restablecer las reglas del juego electoral, organizando una “salida honorable” para la “Revolución argentina”. La negativa de Perón a negociar un acuerdo político con los militares, la creciente movilización de los sectores populares y las acciones de grupos guerrilleros precipitaron el llamado a elecciones sin la proscripción del peronismo, algo que no ocurría desde 1955. Quedaba, sin embargo, una última posibilidad para impedir la llegada del Gral. Juan D. Perón al sillón presidencial. La «cláusula de residencia», negociada precipitadamente en la reglamentación del acto electoral, se orientaba en esa dirección al prohibir la candidatura de quienes no hubieran estado residiendo en la Argentina con anterioridad a agosto de 1972. Perón no podía ser candidato.

La respuesta del peronismo fue desafiante: la consigna de la campaña electoral sería “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

En diciembre de 1972, durante su corto retorno a la Argentina, Perón había designado a su delegado Héctor J. Cámpora para que encabezara la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), junto al conservador Vicente Solano Lima. A partir de ese momento, la izquierda peronista, agrupada en la Tendencia, tomó el control de la campaña electoral. ¿Se acercaba “el fin del sistema demoliberal, burgués y capitalista”?

Cámpora contaba con el apoyo y la simpatía no sólo de la Juventud Peronista (JP) -que lo había apodado cariñosamente «el Tío»– sino también de sectores más amplios del espectro político y social que pugnaban por una transformación económica y social atenta a las demandas de los sectores populares y del capital industrial nacional.

En las elecciones del 11 de marzo de 1973, la fórmula Cámpora-Solano Lima triunfó sin mayores sorpresas con el 49,5% de los votos. La fórmula radical encabezada por Ricardo Balbín obtuvo el 21,2% y, ante la contundencia del resultado electoral, decidió no competir en una posible segunda vuelta.

El 25 de mayo, Héctor Cámpora asumió la Presidencia de la Nación en un clima de intensa algarabía popular. “Se van, se van y nunca volverán” era la consigna coreada en las calles por las multitudes que, sabiendo que la movilización popular había forzado la salida de los militares del gobierno, festejaban el fin de la dictadura y, en su mayoría, el retorno del peronismo al poder después de 18 años de proscripción. Parecía que había llegado el tiempo de la transformación social que pondría fin a los privilegios económicos y a la dependencia del capital extranjero. La hora del cambio y de la «liberación nacional» se acercaba. La presencia del presidente chileno, Salvador Allende y del cubano, Osvaldo Dorticós -en representación de las dos experiencias socialistas del continente- reforzaban el clima del evento. Y, como constatación de su inmenso poder y del carácter popular del nuevo gobierno, esa misma noche una enorme multitud se dirigió a la cárcel de Villa Devoto imponiendo de hecho la liberación inmediata de todos los presos políticos, en su mayoría dirigentes sindicales y militantes de las organizaciones guerrilleras. Montoneros se cobraba rápidamente el precio de la victoria. La liberación fue acompañada, casi simultáneamente, por la firma de un indulto presidencial (días después, el Congreso aprobó una Ley de Amnistía). El 25 de mayo de 1973 fue, sin lugar a dudas, una jornada histórica.

Liberación de presos políticos en 1973

Las expectativas de la Juventud Peronista -actor político clave de este proceso- se vieron satisfechas en gran medida; puesto que el peronismo de izquierda y sus simpatizantes -nucleados alrededor de lo que se llamó La Tendencia– ocupó espacios institucionales de importancia: varias bancas en el Congreso, varias gobernaciones, algunas de ellas muy importantes, como Buenos Aires, Córdoba y Mendoza; dos o tres ministerios y las universidades, que fueron la gran base de movilización de la JP. En áreas como la salud y la educación se impulsaron distintos proyectos que tenían a los sectores populares como principales beneficiarios. En términos generales, se esbozó una política económica más atenta a las demandas de los asalariados y excluidos y caracterizada por una mayor regulación estatal de las relaciones entre capital y trabajo. Los gremialistas habían quedado muy atrás en el armado electoral, ni siquiera tenían un gobernador propio.

Si bien los grupos guerrilleros peronistas abandonaron momentáneamente la lucha armada, el clima de agitación se mantuvo por la multiplicación de medidas de acción directa, como ocupaciones de fábricas y las tomas de colegios y facultades.

Sin embargo la designación de los ministros del gabinete de Cámpora, manifestaba un cierto equilibrio en el reparto de cargos entre los sectores de la izquierda y la derecha del movimiento peronista.

En el plano social, Perón impulsó una tregua en la lucha por la distribución de la riqueza, procurando un acuerdo entrela CGT yla CGE. El llamado Pacto social proponía armonizar las relaciones entre trabajadores y empresarios, para así poder encarar un plan de reformas más audaces.

La llamada «primavera camporista» habría de durar tan sólo 49 días. Tras el tan ansiado regreso definitivo del Gral. Juan D. Perón a la Argentina (en junio de 1973) y el enfrentamiento entre distintos grupos del peronismo que culminó en una masacre perpetrada en el aeropuerto de Ezeiza -donde una masa multitudinaria encabezada por las distintas agrupaciones de la JP había ido a recibir al líder-, Héctor Cámpora renunció el 13 de julio.

Aunque no todos los actores sociales y políticos pudieran vislumbrarlo así, comenzaba el fin de esta «primavera» y el inicio de un nuevo período signado fundamentalmente por una acelerada agudización de los conflictos entre la izquierda y la derecha peronistas. En este delicado escenario, la persistencia de la actividad armada de la principal organización guerrillera no peronista -el PRT-ERP- contribuiría a la agudización de los conflictos políticos. Nuevas elecciones se celebrarían, iniciando el camino de Perón hacia su tercer presidencia.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

DE MEMORIA. Testimonios, textos y otras fuentes sobre el Terrorismo de Estado en Argentina. Vol. 1:La Primavera de los Pueblos. La movilización política y social de los tempranos setenta. Asociación Civil Memoria Abierta. Bs. As, Secretaría de Educación, Gobierno dela Ciudad de Buenos Aires. Asociación Civil Memoria Abierta, 2005.

Larraquy, Marcelo, López Rega, el peronismo y la triple A, Punto de lectura, Buenos Aires, 2007.

Departamento de Historia del Colegio Nacional de Buenos Aires, “Historia Argentina. Desde la prehistoria hasta la actualidad”, Fascículo 47, “Perón al poder”, Página 12, Buenos Aires, 1999.

M. E. Alonso y E. C. Vazquez, Historia, La Argentina contemporánea (1852/1999), Aique, Buenos Aires, 2000.

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