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DESMONUMENTAR a COLÓN

Posted by on 14 julio, 2013

Al margen de la polémica suscitada con el traslado del monumento a Cristóbal Colón emplazado tras la Casa de Gobierno argentino y de las quejas del gobierno de la ciudad acerca de la decisión del gobierno nacional de reemplazarlo por un monumento a Juana Azurduy, heroína de la independencia; resulta interesante pensar algunas de las reflexiones de Omar Estela, arquitecto, escultor y encargado de la curaduría del controvertido movimiento del citado monumento.

El sino de Cristóbal Colón es el de dar la espalda. Cuando llegó a Guanahani creyó que estaba en Asia, le dio la espalda a América. Y el monumento emplazado en Buenos Aires le da la espalda a la Ciudad, al país.” “Nos preguntamos lo que significa el monumento, lo que representa hoy y qué valor tiene su traslado”, Aquí es donde Estela define cuál es la diferencia entre un monumento y una escultura. “Los monumentos son panfletos, cumplen una función, están muy ligados al poder: pueden ser funcionales a la Iglesia Católica, al stalinismo. Una escultura es sólo una obra de arte.” Aclarado el punto, el curador afirma que el de Colón originalmente fue un monumento y no una escultura. “Fue realizado por Arnaldo Zocchi, dedicado a hacer monumentos por encargo”, “Lo que lo transforma en una obra artística es su ubicación: les está dando la espalda a la Ciudad y al país. Eso lo convierte en una escultura.”

Yo digo que el monumento a Colón es un monumento a la desheredad: un monumento a los hijos de una Madre Patria que hoy son negados por esa misma madre, que son tratados como extranjeros o expulsados. Retirarlo es profundizar esa herida, es un gesto más de alejamiento de Europa”, define Estela.

Con respecto a la estatua: “No podía estar más parado, estaba teniendo desprendimientos”, La pieza de mármol de Carrara, de seis metros de altura y 24 toneladas, no sólo había sufrido el rigor de la intemperie: tiene deterioros estructurales producidos por los impactos de bala de la Marina, en los bombardeos antiperonistas de junio de 1955, y el cimbronazo de una bomba que estalló en la base, en abril de 1987. “Tiene la boina partida, separada de la cabeza, y una fisura alrededor de ambos brazos”, cuentan los especialistas.

Un monumento es un exvoto, una ofrenda. En el caso de Colón, es una ofrenda que no es ingenua: como la Torre de los Ingleses o el Monumento de los Españoles, es una forma de marcar territorio, de decir que éste es un país que mira hacia Europa”, sentencia el arquitecto Estela.

Podría haber varias lecturas acerca de la posición del almirante con la vista perdida hacia el río: tal vez una manera de recibir a los inmigrantes, dicen algunos, o de mirar hacia su punto de partida colonizador, el Puerto de Palos. Para los integrantes del equipo, en cambio, “Colón tiene en sus manos el contrato comercial con la corona española que abrió el camino para su aventura, pero también una cruz, un símbolo de su acción evangelizadora: es un enviado de la civilización contra la barbarie”.

Ese punto de vista eurocéntrico, tan presente en Buenos Aires hace un siglo, sigue vigente hoy, no sólo en el ideario de algunos sectores sociales. Ese, por sí solo seria un buen tema de reflexión.

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-224445-2013-07-14.html

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