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REVOLUCIÓN CULTURAL CHINA

Posted by on 4 marzo, 2020

Cuando en 1937 Japón le declaró la guerra a China, interrumpió una feroz guerra civil entre el Partido Nacionalista Chino o Kuomitang -liderado por Chiang Kai-shek– y el Partido Comunista Chino, liderado por Mao Zedong.

El enemigo en común unió a los dos partidos enfrentados, logrando la derrota de las fuerzas niponas. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1945 la guerra civil se reanudó. En esta etapa el Ejército de Liberación del pueblo, dirigido por los comunistas, inició una marcha -llamada la Larga Marcha– hacia el norte del país. Los comunistas recorrieron miles de kilómetros, luchando contra las tropas nacionalistas, el hambre y las enfermedades. Cuatro años después, las principales ciudades estaban bajo el control comunista.


El 1° de octubre de 1949, Mao proclamó la República Popular China, en Pekín. Los nacionalistas, junto con dos millones de refugiados, huyeron hacia Taiwán, fundando la República de China. La nueva República Popular se proclamó socialista, e inició un acercamiento con la UR.S.S. de Stalin.

Emblema nacional de la República Popular China

Mao debió enfrentar el mismo problema que Lenin en Rusia. La economía era básicamente agraria, con escasa industrialización y débil urbanización, lo cual representaba un obstáculo para la aplicación del marxismo. A pesar de las limitaciones, Mao consideró al campesinado como clase transformadora, en una interpretación propia del marxismo: el maoísmo.

Se estableció una reforma agraria en todo el país, expropiando campos a los terratenientes, y una política de nacionalización de la industria del capital extranjero. A estas primeras medidas, seguiría en 1958 una colectivización forzosa del campo, eliminando las cooperativas y toda propiedad privada, movilizando a la población a trabajar en comunas que debían lograr el autoabastecimiento alimentario. El «Gran Salto adelante» propuesto por Mao resultó un fracaso ante las malas cosechas y la precarización tecnológica.

A pesar de no poseer un desarrollo industrial equivalente al de las grandes potencias, la China socialista se convirtió en una gran potencia militar gracias a su enorme peso demográfico.

LA «REVOLUCIÓN CULTURAL»

Para Mao, la construcción del comunismo no sólo requería del desarrollo económico y del control del aparato del Estado. Sostenía que la cultura era también un espacio de lucha. La sociedad y la vieja dirigencia política debían ser depurados de «desviaciones ideológicas burguesas», que debilitaran el proceso revolucionario. En la práctica, significó la instalación de una fuerte propaganda, censura, campos de trabajo y fomento de la delación. El pensamiento independiente fue aplastado.

Las ideas de Mao encontraron resistencias en muchos dirigentes del Partido Comunista Chino (PCCh), que se oponían a la colectivización de la tierra y que proponían, incluso, la introducción de «incentivos materiales» para incrementar la producción. 1966 fue un año de profundos debates entre los maoistas y los jerarcas, en un estado de enfrentamiento y agitación llamado «Revolución Cultural».

Ante la amenaza de la generalización del caos, Mao moderó alguna de sus propuestas y reafirmó su liderazgo, no sin antes «purgar» a los burócratas opositores del PCCh, que quedó libre de voces disonantes en un régimen pretendidamente igualitario. Nadie estuvo en condiciones de criticar el rumbo de la Revolución Cultural, por lo menos hasta la muerte de Mao, en 1976.

IMAGEN 1: Gran Enciclopedia Temática Plaza, Plaza & Janés, Barcelona, 1994, Tomo III, pág. 287

IMAGEN 2: https://es.wikipedia.org/wiki/Mao_Zedong

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