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MARX y la revolución proletaria

Posted by on 2 agosto, 2021

por el Prof. Alejandro Justiparán

Considerado por sus propios autores –Karl Marx y Friedrich Engels– como un documento histórico en el prólogo a la edición alemana de 1872, el Manifiesto Comunista publicado en 1848 fue una herramienta eficaz en la propagación del comunismo en el contexto revolucionario europeo de ese mismo año. Las revoluciones fracasaron, pero el ideario del Manifiesto se expandió de manera efectiva en todo el continente. En dicho Manifiesto, se observa como la burguesía moderna es consecuencia de un largo proceso de desarrollo, de revoluciones en el modo de producción y cambio. Cada paso evolutivo de la burguesía fue acompañado por el correspondiente progreso político. Una verdadera clase revolucionaria. [1]

Su clase antagónica es el proletariado, víctima de un régimen de explotación directo, descarado y reducido a simples relaciones de dinero.[2] ¿Quiénes conforman el proletariado? los obreros modernos, obligados a vender su fuerza de trabajo y a ser convertidos en una mercancía sometida a los vaivenes y las fluctuaciones del mercado.[3] Esclavos de la máquina y de la feroz maquinaria de la industria moderna, sometidos a diario por el empresario burgués y por un Estado que defiende y legitima sus intereses y su explotación, los obreros sólo ganan lo necesario para una subsistencia miserable.

¿Cuándo comienza el enfrentamiento entre estas dos clases antagónicas? La lucha del proletariado contra la burguesía data del instante mismo de su existencia.[4] Se inicia de manera aislada, local, individualizada contra la explotación en una fábrica, destruyendo las máquinas a las que se ven sometidos, en un vano intento por reconquistar mediante la fuerza el lugar perdido del artesano de antaño. Pero no es hasta que su fuerza aumenta a la par de su conciencia de esta que dicha resistencia comienza a hacerse sentir. Los obreros empiezan a formar asociaciones, a estrechar filas, a unirse cada vez más. Los medios de comunicación jugarán aquí un importante papel, poniendo en contacto a obreros de diferentes latitudes, transformando las luchas locales en nacionales, centralizando la protesta en una lucha de clases.[5] El mundo capitalista burgués, engrandecido por los adelantos tecnológicos industriales, por el telégrafo y el ferrocarril le juega así en contra a la burguesía.

Para que la revolución proletaria triunfe, debe hacer saltar toda la superestructura formada por las capas de la sociedad oficial, en una lucha de carácter nacional. Ha sido la burguesía la que ha cavado su propia fosa. El gran desarrollo industrial cimentado en la explotación del obrero crea las condiciones necesarias para la revolución. La muerte de la burguesía y el triunfo del proletariado son entonces inevitables.[6]

El país clásico estudiado por Marx fue Inglaterra, cuyo desarrollo industrial se encontraba en un estado de evolución e instalación superior al resto de Europa[7]. Resultaba muy claro en su análisis, que el modelo inglés, tarde o temprano se expandiría por el resto del continente, hasta llegar a los lugares más exóticos del mundo. No hay muchas precisiones al respecto, pero la universalidad del proceso histórico propuesta así lo indicaría. Así afirma que “en Inglaterra el proceso revolucionario se ha vuelto palpable. Cuando alcance un cierto nivel debe repercutir en el continente.”[8]

Pero el inicio, el germen de la revolución surgirá de manera local, donde “naturalmente” el proletariado de cada país acabará con su propia burguesía, derrocándola e instaurando su propia dominación.[9] Cuando Marx enmarque este localismo lo hará dentro del “Estado Nacional de hoy” y al hacerlo, automáticamente lo hace internacional, porque lo incorpora al sistema de Estados vigente hacia fines del siglo XIX.[10]

Bibliografía

  • Marx, Karl y Engels, Friedrich, Manifiesto del partido comunista, 1848, en www.marxist.org, marzo de 2021.
  • Marx, Karl, Crítica al programa de Gotha, 1875, en www.marxist.org.
  • Marx, Karl, Prólogo a la primera edición alemana del primer tomo de El Capital, Londres, 1867, en www.marxist.org.

[1] Marx (1848) pág. 19.

[2] Ibídem, pág. 20.

[3] Ibídem, pág. 22.

[4] Ibídem, pág. 23

[5] Ibídem, pág. 24.

[6] Ibídem, pág. 26.

[7] Marx (1867), pág.2

[8] Marx, ibídem, pág. 4.

[9] Marx (1848), pág. 26.

[10] Marx (1875), pág. 14.

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