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El Estado en el tránsito del Medioevo a la Modernidad.

Posted by on 15 diciembre, 2022

por el Prof. Alejandro H. Justiparán

Jean Bodin. «Los seis libros de la República»

El tránsito del medioevo a la Modernidad atravesó diferentes recorridos en los países europeos. Una de sus manifestaciones más significativas fue el triunfo del Estado moderno sobre las instituciones representativas de la sociedad. Francois- Xavier Guerra (1992) equipara la imposición del absolutismo monárquico en España con el caso francés y portugués, diferenciándolo del proceso inglés en el que el poder del Rey se verá limitado. Al mismo tiempo destaca el impacto de la irrupción de la Ilustración, movimiento reformista que propone nuevas formas de sociabilidad centradas en el individuo, nuevo valor de referencia. En España, donde amplios sectores sociales no participan del entramado del poder -como si ocurre en Inglaterra- la homogeneización de la sociedad absolutista, jerárquica y estamental no será el terreno más propicio para la implementación de reformas tendientes a la construcción de una sociedad contractual e igualitaria. El despotismo ilustrado será la manifestación más acabada de los límites y alcances reformistas.

Tulio Halperin Donghi (1985) se pregunta si la corriente ilustrada fracasó en su intento de promover cambios en la esfera política. La respuesta está en la heterogeneidad de los procesos políticos europeos. En el caso español se acentuarán las tendencias autoritarias y centralistas de la monarquía, personificadas en el reinado de Carlos III, el monarca ilustrado. Utilitarismo y relativismo caracterizarán a la política ilustrada. “Lo que hay de absolutamente nuevo en ambos es que hacen de toda la esfera de lo político un medio para un fin colocado en una esfera distinta, pero igualmente profana.” (1) Utilitarismo porque pensará la esfera política desde una lógica mundana antes que sobrenatural. Relativismo por su adhesión a la Monarquía absoluta. ¿Apoyo táctico y circunstancial? Lo cierto es que la Ilustración buscará promover ciertos cambios en la vida cotidiana, en la técnica, en la cultura bajo el amparo del poder real.

Reinhart Koselleck (1965) delimita el Absolutismo tradicional, señalando su inicio en las guerras civiles religiosas y su final en la Revolución francesa de 1789. Al igual que Guerra, establece diferencias en los procesos políticos llevados a cabo tanto en Inglaterra como en el continente europeo. Cuando se refiere al papel jugado por la Ilustración, señala su desarrollo como consecuencia de un proceso interno del Absolutismo, y su responsabilidad en el derrumbe del Estado absolutista. Un Estado que se propuso neutralizar toda autonomía (2) económica, política y religiosa. Un Estado en el que el Rey es el soberano absoluto que no reconoce ninguna instancia superior a él, sino a Dios. (3) Sólo cuando todos los súbditos estén sometidos por igual a su autoridad, sólo entonces la paz y el orden serán alcanzados. Para que ello suceda, se tornará necesaria la eliminación de la conciencia privada, anclaje de los vínculos religiosos y los lazos estamentales. (4)

Ahora bien, ¿podemos entonces hablar de una sociedad homogeneizada, inmóvil, carente de conflictos? Jaime Peire (2002), en su trabajo sobre el orden eclesiástico virreinal nos señala que la tan ansiada unidad no era tal. Que las elecciones de sus representantes desnudaban enconados enfrentamientos, con raíces políticas, religiosas y políticas. Así, la armonía y el bien público buscados, peligraban ante la competencia de diferentes partidos y parcialidades. Tal es el nivel de conflictividad que el Rey debe intervenir en las disputas, marcando aquello que hemos recorrido en los trabajos anteriores: la subordinación del poder religioso al político, característica diferencial del período. Así queda expuesto en el texto del Virrey Loreto (1778) cuando atribuye al monarca mantener y promover armonía, paz y tranquilidad que hace “suave y feliz la dominación”. ¿La contracara? la corrupción y el desorden.

“Este regalismo, que subordina el poder eclesiástico al civil, parte de una concepción que hace igualmente de este último un poder religioso: divina en su origen, la autoridad del monarca se ejerce todavía en beneficio de la fe supliendo las insuficiencias de la autoridad espiritual.”Halperin Donghi (1985),3.

  • (1) Halperin Donghi (1985), 19.
  • (2) ¿el relativismo al que se refiere Halperin?
  • (3) Koselleck (1965), 3.
  • (4) Ibídem, 5.

Bibliografía

Guerra, François-Xavier, “Las mutaciones del siglo XVIII” en Modernidad e Independencias, México, F.C.E, 1992.

Halperín Donghi, Tulio, “De la monarquía barroca a la ilustrada” en Tradición política española e ideología revolucionaria de mayo, Buenos Aires, Eudeba, 1985.

 Koselleck, Reinhart, “La estructura política del absolutismo como antecedente de la ilustración” en Crítica y crisis del mundo burgués, Madrid, Alianza, 1965.

Peire, Jaime, El Taller de los espejos, Buenos Aires, Claridad, 2002, Cap. 2.

Documento 1: El Virrey Loreto sobre la autoridad, 1788.

IMAGEN: De Jean Bodin – Internet Archive, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=35840548

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